jueves, 19 de septiembre de 2019

Ya tenemos aquí a la «Policía del Pensamiento»: Bienvenidos a Matrix


Españolitos, bienvenidos a la Patria que hiela los corazones, a los páramos por donde cabalga Bafomet desencadenado, a la España distópica que es la más pura encarnación del mundo que ideara Orwell en su novela «1984».
Como sucede en todos los mundos totalitarios, la manipulación de la información es la herramienta esencial de las sociedades-Matrix, que derrama sobre las masas aborregadas una catarata galáctica de mentiras, de tergiversaciones, de engaños, hasta que esta enorme masa de detritos llegan a conformar el «Himalaya de mentiras» donde somos salvajemente lobotomizados.
El objetivo de esta manipulación es cercenar la libertad de pensamiento y expresión, para amordazar las voces disidentes, los elementos rebeldes que se oponen a las «verdades» oficiales, a la dictadura del pensamiento único.
Y, como no hay poder sin fuerzas coactivas, sin pretorianos represores, el «Ministerio de la Verdad» que describía Orwell en su novela se valía para imponer sus dictados de la «Thinkpol», es decir de la «Policía del Pensamiento». Es así como surgen las «habitaciones 101», donde se tortura a los disidentes, que seguramente se las inspiraron las terribles chekas de la república frentepopulista, pues por algo Orwell estuvo en el bando rojo de la Guerra Civil, y sabría cómo funcionaban.
Los delitos perseguidos por la «Thinkpol» podrían llamarse «crimentales», o «pensacrímenes», delitos que pueden llevar como castigo que te bloqueen tus cuentas en las redes sociales, que te multen, o que te metan en la cárcel, incluso, si en un futuro se le ocurre a alguien decir que Franco hizo pantanos, o que los niños tienen pene y las niñas vulva, o que alguien es sucio como un cerdo…
Es cierto que la policía del pensamiento opera ya en casi todo el sistema mundo, pero en España la avalancha represora es de mayor magnitud, pues aquí tenemos además un descarado proceso de manipulación de nuestra historia reciente: la memoria histórica, las doctrinas LGTBI, la inmigración, el patriarcado, el animalismo, el feminismo, el franquismo… cada vez hay más ámbitos del pensamiento donde no se puede opinar con libertad, sin que los censores te controlen con sus drones, sus cámaras, sus perros de presa, sus jueces apesebrados…
Esta policía mediática que quiere amordazar la disidencia ha encontrado además como excusa para su totalitarismo liberticida su pretendido afán por acabar con las noticias falsas —las «fake news», para decirlo con uno de tanto anglicismos que detesto—, informaciones que circulan viralmente llevando datos cuya veracidad supuestamente quieren verificar con sus policías, pero este objetivo no hace sino encubrir su afán persecutorio contra todo aquel pensamiento que disienta de los postulados de la ideología políticamente correcta del globalismo.
Los gerifaltes mundialistas de Silicon Valley han implementado ya estrategias para detectar las noticias falsas y eliminarlas de sus plataformas, acción que recibe el nombre de «fact-checking» —«comprobación de hechos»—. Entre las entidades que se dedican a esta labor de filtrado destaca «Snopes», la primera y más prestigiosa, fundada por David Mikkelson en 1994.
Según sus principios fundacionales, su campo de trabajo consiste en dar «la batalla contra la desinformación», «producir una verificación de hechos confiable y un reporte de investigación exhaustivo»: «Cuando la información errónea oscurece la verdad y los lectores no saben en qué confiar, la verificación de los hechos y el informe de investigación original de “Snopes.com” ilumina el camino hacia el análisis contextualizado y basado en la evidencia. Siempre documentamos nuestras fuentes para que los lectores puedan hacer investigaciones independientes y tomar sus propias decisiones».
Se da el caso de que, además de identificar las noticias falsas, etiqueta enlaces a noticias o vídeos de YouTube con las pretendidas versiones correctas de la información.
Naturalmente, el problema de estas comprobaciones de datos estriba en determinar cuáles son los filtros que se aplican a una noticia para poder considerarla como imaginaria, por lo cual esta estrategia deriva fácilmente en censura, en mordaza, en limitación de la libertad de expresión, silenciando totalitariamente todo aquello que el sistema globalista pretende retirar de la circulación mediática por no encajar con la ideología «políticamente correcta» que quieren imponer.
Esta sospecha se intensifica cuando se investiga quién o quiénes están detrás de la financiación de estas empresas de «fact-ckeckers». Sin ir más lejos, la rumorología lanzó la noticia de que George Soros estaba detrás de «Snopes». Por supuesto, la plataforma no tardó en afirmar que estábamos ante otra noticia falsa.
Como los inventos yanquis también llegan a España, Facebook ya ha traído aquí su proyecto de verificación, que será asumido por tres organizaciones externas: AFP, Newtral, y Maldita.es.

Mientras que la primera es una franquicia de una agencia internacional, las otras dos no tienen ningún desperdicio, por su desvergonzado y alevoso alineamiento con la extrema izquierda podemita, lo cual ya nos indica sin asomo de duda qué tipo de noticias filtran para calificarlas de falsas.

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En su presentación, Newtral afirma que es «una startup de contenido audiovisual fundada en enero de 2018 por la periodista Ana Pastor, que es su única accionista: ninguna otra persona, compañía u organización empresarial forma parte de su accionariado. Las tres áreas de negocio en las que trabajamos son: la producción de programas de televisión y nuevas narrativas en redes sociales, la innovación en el periodismo a través del fact-checking (verificación de datos) y además hemos puesto en marcha una línea de investigación basada en los protocolos de Inteligencia Artificial».

Así que ahí tenemos a la siempre «objetiva» y «neutral» Ana Pastor, musa podemita de la cadena del trotskista Jaume Roures. Blanco y en botella. No es preciso tener mucha imaginación para saber qué hechos se dedica a comprobar, y cómo lo hace, buscando todos los medios posibles para negar la realidad con el fin de beneficiar a alguna causa de la izquierda. Y en este empeño caen con frecuencia en el ridículo, como cuando Newtral afirmaba —en un tuit borrado— que era falso que bastara la denuncia de una mujer por malos tratos para llevar a un hombre «varios días» a la cárcel, «porque la ley limita el plazo a 72 horas». O sea, que 72 horas no son varios días para la newtral Ana Pastor.

Pero la ínclita Ana Pastor no está sola, ni mucho menos, en su desempeño en pos de cercenar la libertad de expresión de la disidencia al sistema globalista y la ideología rojiprogre, porque, codo con codo con Newtral trabaja la agencia «Maldita.es», que se define como «un proyecto periodístico independiente y sin ánimo de lucro cuyo fin es dotar a los ciudadanos de “herramientas para que no te la cuelen”».

Hasta aquí todo muy aseadito y aséptico, pero el tomate llega cuando confiesan su filiación con laSexta sin ningún tapujo… es decir, que son «independientes», pero aliados con «El Objetivo» de la Pastor: «No hubiéramos llegado hasta aquí sin “El Objetivo” de laSexta, donde teníamos una sección semanal […] Además hemos colaborado en otros programas de laSexta (Al Rojo VivoMás Vale TardelaSextaNoche, SextaColumna). Impresionante.

Por si esto no bastara, proclaman también su colaboración la prensa más canallesca de la izquierda «También hemos escrito en “eldiario.es” y participado en las entrevistas electorales de “Rac1” en las elecciones catalanas de 2017».
Y, para rematar su hipocresía galáctica, vuelven a hacer profesión de «neutralidad»: «Nuestra credibilidad es nuestro mayor valor, por eso tenemos una política de neutralidad que atañe a todos los miembros de nuestro equipo» (¿¡).
¿Cómo opera la censura totalitaria de Newtral y, en general de todas estas agencias-mordaza, en una plataforma como Facebook?: «Cuando un verificador califica una historia como falsa, se mostrará más abajo en la sección de noticias, lo que reduce su distribución. Esto detiene la propagación de bulos y limita el número de personas que lo ven. Reducimos la distribución de páginas y dominios que compartan noticias falsas de manera reiterada y eliminamos su capacidad de publicar anuncios. Así ayudamos a reducir la difusión de noticias falsas con una motivación económica. Nuestra experiencia muestra que, una vez que una historia es calificada como falsa, somos capaces de reducir su distribución en un 80%», asegura la compañía en un comunicado.
Partiendo de esta metodología, Ana Pastor tendrá potestad para fumigar de Facebook todo aquello que no le guste, sea o no verídico, algo que le importa una higa a esta agencia alineada con descaro hacia la izquierda orwelliana que devasta nuestros pagos.
El objetivo que se divisa al fondo de esta policía mediática es la eliminación de las cuentas y contenidos «que violen nuestras Normas Comunitarias o nuestras políticas de publicidad», eufemismo que encubre la extirpación de la disidencia al sistema. Incluso se ha añadido la posibilidad de que los verificadores revisen fotografías, vídeos y enlaces a los artículos.
¿Qué harán la Ana Pastor y cía con este artículo mío? ¿Le pondrán el sello de «noticia falsa»? ¿Lo meterán en las catacumbas de alguna «habitación 101»?
Pero en verdad, en verdad les digo, lanzándoles el Evangelio a sus fauces lobunas: «Si yo callara, hablarían las mismas piedras».

Laureano Benítez Grande-Caballero

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