La frase se usó con cierta reserva al final de la
Segunda Guerra Mundial, cuando se describían los planes para la creación de las Naciones Unidas y los
Acuerdos de Bretton Woods debido a la asociación negativa resultante del fracaso de la Sociedad de Naciones. El uso más amplio y reciente de esta expresión se origina sobre todo con el final de la
Guerra Fría. Los presidentes
Mikhail Gorbachev y
George H. W. Bush usaron el término para tratar de definir la naturaleza de la
posguerra fría y el espíritu de cooperación que se buscaba materializar entre las grandes potencias.
En una referencia a las hostilidades en Irak y Kuwait, la revista
Time del
28 de enero de
1991 expresó: “Mientras caían las bombas y se disparaban los misiles, las esperanzas de un nuevo orden mundial cedieron lugar al desorden común”. Añadió: “Nadie debe forjarse ilusiones pensando que el nuevo orden mundial, del que tanto alarde se hace, se ha establecido o está cerca.”
Nunca se ha logrado la cooperación entre las naciones, y esto perjudica los esfuerzos por establecer un nuevo orden mundial. En un informe en la revista
The World and I de enero de
1991, un grupo de peritos examinaron “las políticas exteriores que van surgiendo entre las
superpotencias y el efecto que probablemente tengan en el nuevo orden mundial”. El editor llegó a esta conclusión: “La historia nos lleva a pensar que en el mejor de los tiempos se puede pasar muy fácilmente de la paz a la guerra. La cooperación internacional, particularmente entre las potencias principales, es crucial para una transición de éxito de la Guerra Fría a un nuevo orden mundial.”