lunes, 16 de junio de 2014

manifiesto por la tercera republica






Escritores, periodistas, profesores, científicos... firman el Manifiesto por la III República que presentarán públicamente en distintas ciudades en estos días.
Han transcurrido treinta y seis años desde que se instauró en España la democracia con una monarquía constitucional como forma de Estado, con un Rey impuesto por el dictador y nunca sujeto a un referéndum de la ciudadanía. Éste fue el principal precio que se pagó en el proceso de Transición de la dictadura a la democracia, al no tener lugar la ruptura democrática y articularse una reforma pactada, bajo la presión ejercida por el Ejército surgido del golpe de Estado de 1936 contra la II República, los poderes económicos y la larga mano de los EE.UU.
La instauración de esta forma de la Monarquía de Juan Carlos de Borbón fue acompañada, además, por la introducción en la Constitución de 1978 de toda una serie de preceptos que configuran a dicha institución con perfiles claramente antidemocráticos. La clave de bóveda de esta grave contradicción constitucional radica en que el artículo 1.2 proclama que “la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”, y por otro lado el artículo 56, apartado 3, establece que “la persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad”. Flagrante vulneración del principio de igualdad entre todos los españoles que proclama la misma Constitución.
Treinta y cinco años después de aprobada la Constitución que ha regido desde entonces la vida de nuestra sociedad, tenemos la firme convicción de que ha llegado el momento de poner fin a tamaña anomalía. Es evidente que los escándalos de todo orden que han salpicado últimamente a la Casa Real han contribuido a acrecentar la desafección entre la ciudadanía hacia la persona del rey y su familia. Para nosotros, no es una cuestión de personas, sino de la institución monárquica en sí, a la que consideramos obsoleta, anacrónica y contraria a los principios de la democracia, conforme a la cual todos los que nos representan han de ser libremente elegidos por el pueblo, incluido el jefe del Estado.
La profunda crisis que vive hoy nuestro país- no solo económica, sino también política y moral-, recuerda, salvando las distancias temporales que nos separan de aquel periodo histórico, la vivida en las postrimerías de la dictadura de Primo de Rivera, que desembocó en el advenimiento de la II República. La Agrupación al Servicio de la República lanzaba entonces un llamamiento a favor de la instauración en España de un régimen republicano. “La Monarquía de Sagunto”- decía ese llamamiento- “ha de ser sustituida por una República”. Pero, dado que la Monarquía no iba a ceder “tan galantemente”, y el paso a un sistema de poder público solo se rendiría “ante una formidable presión de la opinión pública”, era urgentísimo organizar esa presión, haciendo que “sobre el capricho monárquico” pesase “con suma energía la voluntad republicana de nuestro pueblo”. La Monarquía de hoy, surgida por imposición de un régimen dictatorial y perpetuada por los pactos concertados por los partidos de izquierda con la derecha postfranquista, tampoco es representativa de esa voluntad.
El Manifiesto de febrero de 1931 se proponía movilizar a la ciudadanía para que formara “un copioso contingente de propagandistas y defensores de la República española”. Sus autores llamaban a “todo el profesorado y magisterio, a los escritores y artistas, a los médicos, a los ingenieros, arquitectos y técnicos de toda clase, a los abogados, notarios y demás hombres de ley”. También se refería muy especialmente a la necesidad de contar con ”la colaboración de la juventud”, respecto de la cual se expresaban así: “Tratándose de decidir el futuro de España es imprescindible la presencia activa y sincera de una generación en cuya sangre fermente la sustancia del porvenir”.
Lo mismo que ayer, nuestro llamamiento va también dirigido hoy a los intelectuales- escritores, periodistas, artistas-, a los que desempeñan tareas docentes desde la escuela primaria a la Universidad, a los que ejercen profesiones liberales- médicos, ingenieros, arquitectos, abogados-, a los integrantes de la decisiva comunidad científica, a los que ocupan cargos en la función pública, y, por supuesto, a la clase trabajadora, que fue y sigue siendo la que más soporta el peso de las injusticias y desigualdades del salvaje capitalismo neoliberal. Y, de manera muy particular, a las generaciones jóvenes que no participaron en la discusión y aceptación de la Constitución de 1978, pero cuyas consecuencias padecen como el resto de la sociedad. Porque nosotros también insistimos en que su savia nutra el futuro.
Ha llegado el momento de que los españoles decidamos en plena libertad el régimen que deseamos para España. Por ello, pedimos la convocatoria de un referéndum, en el que se tenga la posibilidad de elegir libremente entre Monarquía o República. En el caso de triunfar esta última opción, se abriría un periodo de Cortes Constituyentes, en el que se elaboraría una nueva Constitución y se procedería después a la convocatoria de elecciones para la formación de un nuevo Parlamento como representante de la soberanía popular. La Constitución que se adopte debería prever las modalidades de elección del Presidente de la República del nuevo Estado, que adoptaría la forma de República federal.
El nuevo Estado no sería aconfesional, como lo es el actual, conforme a la Constitución de 1978, cuyo artículo 16, apartado 3, dice que “ninguna confesión tendrá carácter estatal”, sino laico, como estipulaba el artículo 3 de la Constitución de 1931: “El Estado español no tiene religión oficial”. En él se fomentarán y divulgarán desde la escuela primaria los valores laicos y republicanos.
Desde el final de la Guerra Civil hasta hoy la consigna más falaz esgrimida por los vencedores del conflicto no ha sido otra que repetir machaconamente que tanto la I República, la de 1873, como la II, la de 1931, constituyeron un fracaso que condujo a España a la ingobernabilidad provocada por el desorden. Quienes aún hoy se permiten formular esta opinión o bien tergiversan deliberadamente el significado de las dos experiencias republicanas o son víctimas del lavado de cerebro que desde hace más de dos siglos (1789, Revolución Francesa) han venido persiguiendo los monárquicos volcados en impedir por todos los medios, incluidos los golpes de Estado de los generales Pavía y Franco, la modernización social y cultural que acarrearon las dos experiencias republicanas, la II en particular.
La III República ha de ser la obra de todos los españoles, hombres y mujeres, en un esfuerzo común por dotar a nuestro país de un Estado que esté en consonancia con nuestro tiempo. Una de las mayores preocupaciones de los hombres y mujeres de la II República fue la moralización de las instituciones y de la vida pública degradadas por un sistema, también bipartidista, que desembocó en la primera dictadura militar del siglo XX amparada por el monarca Alfonso XIII. Obviamente, entre las tareas primordiales del nuevo régimen republicano figurará el objetivo de apostar por la igualdad social. También la consecución de un moderno Estado de Bienestar asentado en una fiscalidad progresiva más justa cuyas conquistas sociales hagan pasar a la historia las hasta ahora conseguidas.
La III República no es una quimera, no es una utopía. Es una urgente necesidad de regeneración democrática. Y puede ser una realidad, si todos nos unimos y luchamos juntos por conseguirlo. Sin olvidar las experiencias republicanas del pasado, la III República ha de mirar hacia el futuro.


¿Por qué la Tercera República?


Fuente: terc3ra/jose ortir/la oveja roja

elllos / nosotros




No somos antisistema, el sistema es antinosotros
Cada vez más artículos, más post, más tweets y más comentarios en todo tipo de blogs. La gente, la común, la de la calle, lo habla como si ahora, de repente, todo el mundo supiera a quiénes se refiere cuando los nombra.
Les llamamos “Ellos”.
Para algunos son la “Élite”; Para otro los “Illuminati”; Los hay que prefieren llamarlos “banqueros”, “magnates”, “conspiradores”, “Bilderbergers”… En definitiva, los apodos son infinitos. Unos más imaginativos que otros, pero todos señalan en la misma dirección.
La gente ya no se lo calla. Hace demasiado tiempo que los vió venir, y ahora ya no sólo se los menciona en internet, en los foros o en los blogs de “conspiranoicos”.
Se les menciona en la calle, en los bares, en el trayecto de los taxis, en el metro, en el trabajo…
Instintivamente sabemos que hay una especie de raza que, pese a estar compuesta por humanos, actúa como las bestias.
No importa cómo les llamemos, porque no tienen rostro. De ellos, sólo percibimos los efectos de cuanto planifican para la sociedad, los estados, las economías y, en definitiva, las civilizaciones al completo.
Tampoco importa a dónde señalemos o hacia dónde miremos, porque no dan la cara. Se esconden. Se mimetizan tras pantallas de sistemas informáticos desde los que gobiernan. Sí, gobiernan. Porque hoy en día, los estados ya no tienen rama ejecutiva ni legislativa democrática y mucho menos social. Ahora se gobierna a golpe de tecnología, dinero y poder digital.
Desplegando un mapamundi de opciones financieras, derivados, stocks y bolsas en Oriente y Occidente, se encargan de levantar o derrocar gobiernos títere. Revalorizan o dinamitan monedas, industrias enteras sin importar que aquí abajo estamos nosotros, nuestros empleos, hogares y vidas… En suma vidas.
Pero tras la pantalla de un ordenador, en algún recóndito búnker o sala de reuniones de algún palacio a las afueras de cualquier parte, esas vidas no tienen más significado que lo que esas pantallas muestran: Dígitos, valores (de mercado, no éticos por supuesto), alzas y bajas…
La maquinaria dilapidadora ha hablado: El “Mercado” le llaman y en post de éste, que se quiten futuros, juventudes, calidad de vida o familias. Nada importa, excepto el siguiente segmento de industria a monopolizar; El próximo nicho de mercado a conquistar o, mejor, la última fuente de energía por copar.
Todo eso es lo que se esconde tras el término “ELLOS”.
En frente, NOSOTROS. Es decir, todos los demás.
Todos aquellos que hemos cometido el error de querer una vida normal y corriente, en paz. Con una familia, un empleo, un hogar caliente y la calidad de vida que nos permita albergar sueños e ir tras ellos. Sin molestar a nadie. Sin pisar al de al lado.
Creo en esos valores, hasta tal punto de sentirmo distinto a ELLOS.
Me repugnan, más no los odio.
No deseo combatirlos, pero me tendrán en frente si se acercan demasiado a dichos valores de vida en los que creo y sobre los que quiero cimentar mi día a día.
ELLOS tienen el dinero.
ELLOS tienen el poder.
ELLOS tienen sus Mercados y mercenarios.
ELLOS tienen sus riquezas, maniobras, manipulaciones y basura por cerebro.
NOSOTROS tenemos el ingenio.
NOSOTROS tenemos las ganas.
NOSOTROS tenemos la razón y el derecho a defenderla.
NOSOTROS tenemos la rebeldía, la piratería y la clandestinidad.
Porque, al igual que ellos, en sus búnkeres, también nosotros cambiamos y luchamos con nuestros medios y en el anonimato de la Red.
Cada uno de nosotros, de los que comúnmente somos “uno más”: Taxistas, abogados, médicos, parados, estudiantes, “ni-ni”, mensajeros, fontaneros, médicos… Los “cualquiera”, resulta que cada noche, tras otra pantalla de ordenador, nos conectamos a internet, y también expandimos las noticias que ellos no quieren que trasciendan; Damos visibilidad a lo que quieren mantener oculto; Aprendemos, investigamos, compartimos, copiamos, bajamos… molestamos y hacemos daño a aquellos para los que todo tiene un precio.
De modo que te invito (seas quién seas), si estás leyendo esto, te invito a que seas dos personas: Una durante el día. Haz tu trabajo, sostén a tu familia, encárgate de tus asuntos, vive en paz y, en definitiva, ocupa tu lugar en la sociedad. Pero asegúrate también de tener un alter ego (un “otro tú”), que en la medida que pueda, se lo ponga difícil a ELLOS.
Desde tus posibilidades, haz todo aquello que pone en peligro sus planes y dinamita la base de sus movimientos, porque tienes más fuerza de la que crees y hay mucha más gente, como tú, ahí fuera, de la que te imaginas.
Gente que, gracias a internet, difunde noticias que los medios de comunicación de masas nunca transmitirán; Gente que libera información y comparte conocimientos; Gente activista que ayuda a quienes menos tienen, que colabora, que habla otro idioma que no es el del “Mercado” y que enseña cómo hacer gratis aquello que cuesta dinero; Que copia y regala; Que libera tecnología y, lo que es más importante, mentes.
Debes ser esas dos personas, para que ELLOS sigan creyendo que eres un número más, un dígito como cualquier otro en sus pantallas de sistemas monopolísticos. Y que nunca imaginen que, en ti, también hay un revolucionario, un rebelde, un antisistema, un opositor que no se lo pondrá fácil.
Sólo así, sumando esfuerzos individuales, podemos marcar una diferencia. No ya por nosotros, sino por los que verdaderamente importan: Los que vendrán detrás y que no se merecen el mundo que estos animales quieren imponer.
No importa cómo los llames. Son ELLOS.
Tampoco importa cómo te llames tú, que lees estas líneas. Eres NOSOTROS.
Nos veremos por los callejones de la Red.
Saludos.
Escrito por nuestro colaborador Alquimista
TWITTER: @alquimistaverda

dia sexto Los Jefes del nuevo orden mundial 



Fuente: periodismo alternativo/wecan stponwo