Artículo escrito por el profesor Michel Chossudovsky en Global Research
Desde agosto de 2014, la Fuerza Aérea de Estados Unidos con el apoyo de una coalición de 19 países ha librado sin descanso una intensa campaña aérea contra Siria e Irak, supuestamente dirigida a las brigadas del Estado Islámico o ISIS.
Según Defense News, más de 16.000 ataques aéreos se llevaron a cabo a partir de agosto de 2014 hasta mediados de enero de 2015.
El sesenta por ciento de los ataques aéreos fueron realizados por la Fuerza Aérea de Estados Unidos, usando avanzados aviones de combate y bombarderos.
Los ataques aéreos han sido descritos, muy de pasada, por los medios de comunicación como parte de una operación antiterrorista, más que como un acto de guerra total dirigido contra Siria e Irak.
Esta campaña aérea a gran escala, que ha causado innumerables víctimas civiles, ha recibido una atención muy precaria por parte de los grandes medios.
Según Max Boot, investigador principal en seguridad nacional del Consejo de Relaciones Exteriores: “La estrategia de Obama en Siria e Irak no está funcionando…porque la campaña de bombardeos de Estados Unidos contra ISIS ha sido muy restringida”
Los estadounidenses quieren hacer creer al resto del mundo que el Estado Islámico constituye una fuerza formidable capaz de enfrentarse al ejército de Estados Unidos y amenazar la civilización occidental.
La idea central que subyace de todas las informaciones recibidas es que la Fuerza Aérea de Estados Unidos ha fracasado y que “Obama debería ampliar el rango de las operaciones” para enfrentar eficazmente este “formidable enemigo exterior” de EEUU.
Según Max Boot, la escalada militar es la solución: ” Enviar más aviones, asesores militares y fuerzas de operaciones especiales y aflojar las restricciones bajo las cuales operan”
Pero veamos, ¿Qué tipo de aviones se han utilizado en esta campaña aérea? Se han utilizado F-16 Fighting Falcon, el F-15E Strike Eagle, A-10 Warthog, y F-22 Raptor, los aviones furtivos de combate de Lockheed Martin.
Y ante este formidable poderío aéreo utilizado, surge la gran pregunta…
¿Por qué razón la Fuerza Aérea de Estados Unidos no ha sido capaz de acabar con el Estado Islámico, que en principio fue equipado con armas pequeñas convencionales y simples camionetas pickup de Toyota?
La verdad es que, desde el primer momento, esta campaña aérea NO ha sido dirigida contra ISIS. Las evidencias confirman que el Estado Islámico no es el objetivo. Más bien todo lo contrario.
Los ataques aéreos están destinados a destruir la infraestructura económica de Irak y Siria.
Reflexionemos un momento y fijémonos cuidadosamente en la siguiente imagen, que nos muestra un convoy de camionetas de Estado Islámico procedentes de Siria, entrando en Irak y cruzando una franja de 200 kilometros de desierto abierto que separa a los dos países.
Este convoy penetró en Irak en junio de 2014.
¿Qué se hubiera requerido desde el punto de vista militar para acabar con un convoy como este?
No hace falta un gran volumen de conocimientos sobre cuestiones militares: prevalece el sentido común.
Si hubieran querido eliminar a las brigadas del Estado Islámico, podrían haber bombardeado fácilmente sus convoyes de camionetas Toyota cuando cruzaron el desierto de Siria a Irak en junio.
Pero nadie hizo nada.
A pesar de la obviedad, sin embargo, ni uno solo de los principales medios de comunicación lo ha reconocido.
El desierto sirio-arábigo es un territorio abierto.
Tan solo usando los aviones de combate antes mencionados (F15, F22 Raptor, F-16), destruir todos estos convoyes habría sido pan comido, una intervención quirúrgica rápida y conveniente, que habría diezmado los convoyes del Estado Islámico en cuestión de horas.
En su lugar lo que hemos visto son seis meses de ataques aéreos y bombardeos incesantes, que extrañamente, no han servido para nada, pues el enemigo terrorista está, al parecer, todavía intacto.
Recordemos, que en comparación, los bombardeos de la OTAN en Yugoslavia en 1999 duraron cerca de tres meses (24 marzo-10 junio 1999).
Es sencillamente increíble.
Nos quieren hacer creer que el Estado Islámico, que se desplaza mayormente en convoyes de camionetas, no puede ser derrotado por una poderosa coalición militar de 19 países encabezada por Estados Unidos.
Digamos, pues, la verdad: la campaña aérea no estaba destinada a diezmar al Estado Islámico.
El mandato de luchar contra el terrorismo es una ficción. Estados Unidos es el “principal estado patrocinador del terrorismo”.
El Estado Islámico no sólo está protegido por los EE.UU. y sus aliados, sino que está entrenado y financiado por Estados Unidos y la OTAN, con el apoyo de Israel y de los aliados de Washington en el Golfo Pérsico.
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Yousaf al Salafi, comandante del Estado Islámico detenido hace una semana por los servicios de inteligencia pakistaníes, ha confesado que ha recibido fondos procedentes de EE.UU.