Las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa consiguieron una victoria estratégica en el conflicto de Georgia de agosto de 2008 que devolvió a Rusia su credibilidad como potencia hegemónica en la región 20 años después de que desapareciera la antigua Unión Soviética. A pesar de que desde un punto de vista occidental las Fuerzas Armadas rusas demostraron tener graves carencias como, por ejemplo, en la coordinación ínter armas, comunicaciones y reconocimiento y utilizaron material antiguo y poco sofisticado, el conflicto de Georgia demostró que el Kremlin podía influir en su periferia empleando una capacidad militar significativa.
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