La cabecera de la manifestación ha tenido que arrancar con autobuses todavía atrapados en la autovía que une Iruñea con Gasteiz. Había una cola kilométrica en los accesos a Altsasu. Todos los parkings estaban llenos. A la espera de las primeras estimaciones, ha sido imposible cuantificar la cantidad de gente que ha llegado hasta esta villa de 7.500 habitantes.
Los padres empuñaban una pancarta enorme en la que se leía "Hau ez da Justizia. Altsasukoak aske". Avanzaban al principio muy lentamente, iban por la carretera cortada. Uno de los dos sentidos se ha habilitado a última hora para albergar los coches y descongestionar la autovía.
La gente les vitoreaba. «Altsasukoak, askatu», era el grito que se sobreponía a todos los demás. Aunque, principalmente, los padres y madres despertaban aplausos espontáneos a su paso. Con el desconcierto del enorme atasco, imposible de solucionar en el momento de la salida, el arranque desprendía una emoción de éxito. Los padres estaban emocionados y esa sensación también se transmitía.
Cuando ha torcido la cabecera para empezar a subir la cuesta de entrada al pueblo, parecía que nadie iba a caber. Miles de personas aguardaban en la cuesta, copando los dos lados y dejando apenas un senderillo por el que habían de pasar esas miles de personas, quizá decenas de miles, que avanzaban tras la pancarta.
La organización ha apiñado a toda esa gente contra las paredes y, pese a todo, han conseguido pasar. Pero, en lugar de recorrer las calles principales, pronto ha torcido una vez más y la manifestación ha embocado otras calles de la localidad.
La idea de la organización (al cargo de Altsasukoak Aske) era que el recorrido sirviera para que toda la gente que ha demostrado hoy su solidaridad entendiese mejor el caso. Así, el itinerario ha buscado los puntos en los que los ocho jóvenes fueron detenidos. Allí se habían colocado paneles de color amarillo indicando quiénes eran y cuántos días llevan presos.
Junto con esto, se colocaron hasta 18 pancartas narrando los hitos fundamentales del caso. La pelea, el twit de Rajoy que lo cambió todo, la presión mediática, las detenciones, las sentencias, la lucha... Todo eso se ha encapsulado en distintos carteles que se apoyaban en distintos documentos y fotografías.
De regreso ya a las calles principales, han vuelto los gritos, los aplausos y esa sensación de verse sobrecogido. Para terminar, esas miles de personas se han concentrado frente al escenario. Ha sonado una gaita y después la txalaparta. Todos han coreado después el tema "Aurrera Altsasu" y balanceado los brazos al son de la música.
Luego han llegado los discursos. Han hablado los responsables de la plataforma y los padres, que han dicho que «no es justicia porque las condenas no resiste ningún análisis comparativo». Finalmente, ha cerrado el acto la intervención de Ainara Urkijo, la única procesada que no entró en prisión (fue condenada a dos años por amenazas). La joven ha leído una carte enviada desde la prisión por los siete condenados a entre 6 y 13 años de prisión. «Es peligroso el uso que hacen del agravante de discriminación. Esta norma de debería utiliza para proteger a minorías y grupos vulnerables o a personas atacadas por su ideología, pero la Guardia Civil no es un grupo vulnerable», han advertido los siete presos, recordando que no son solo ellos. El caso sienta también un precedente.