Como ya advertimos en anteriores artículos, la implantación de determinadas tecnologías es el aspecto clave que configurará las características reales del Nuevo Orden Mundial hacia el que nos encaminamos, más allá de las luchas entre facciones de las élites por el poder o por los diversos intereses geopolíticos.
En el artículo EL GRAN EXPERIMENTO DE LA INDIA, NUESTRA INMINENTE ESCLAVITUD Y UNA CRUDA REALIDAD QUE NADIE QUIERE ACEPTAR, ya podíamos ver como uno de los países claves del bloque BRICS, la India, era el que más avanzaba hacia la implantación de las bases de ese nuevo orden, dando los primeros pasos hacia la eliminación del dinero en efectivo.
En ese artículo vinculábamos la eliminación del dinero en efectivo con la implantación de la renta básica de ciudadanía y ahora sabemos que la India, también va en esa dirección…
La tercera pata de esta maniobra para implantar las bases del Nuevo Orden, caracterizada por la vigilancia y monitorización constante sobre la población y que implicará el fin de las libertades individuales, se centra en la implantación de dispositivos subcutáneos que permitan la interacción de nuestro cuerpo con dispositivos electrónicos, convirtiéndonos en ciborgs, así como nuestra geolocalización constante y que sirvan, finalmente, como métodos de pago, identificación y en definitiva, control total sobre todos los individuos del planeta.
Al respecto, hace unas horas veíamos esta noticia sobre la implantación de chips en Bélgica…
Al respecto, hace unas horas veíamos esta noticia sobre la implantación de chips en Bélgica…
Implantan chips bajo la piel a 8 belgas por primera vez en la historia del país
La empresa tecnológica Newfusion se ha convertido en la primera en Bélgica que ha implantado bajo la piel de varios de sus empleados unos microchips del tamaño de un grano de arroz.El objetivo de este paso es hacer la vida de los trabajadores más cómoda, dado que los chips implantados sustituyen a las tarjetas que permitían abrir puertas y obtener acceso a los computadores.El chip con el microprocesador cuesta unos 100 euros y se coloca debajo de la piel entre el dedo pulgar y el índice de la persona.Hasta la fecha 8 empleados han dado su permiso para la implantación de esta llave electrónica. Los directivos de la empresa subrayan que el procedimiento es completamente voluntario.
Pues bien, otro de los países donde encontramos los pasos más decididos en esa dirección, es en Rusia, al menos de momento.
Tal y como encontramos en un artículo de Russia Beyond the Headlines (traducido por Sputnik), Moscú ha sido una de las cinco ciudades del mundo, además de Londres, Hamburgo, Bonn y Múnich, en las que ha empezado la implantación masiva de microchips subcutáneos, que pueden ser utilizados como pasajes de transporte público o tarjetas de pago.
El creador del proyecto, Patrick Kramer, conocido biohacker alemán y director de la empresa Digiwell, implantó 15 chips a 10 voluntarios durante su visita a Moscú. De acuerdo con el doctor, la popularidad de estos implantes sigue creciendo en todo el mundo.
“La curiosidad es la razón principal para instalar el chip. Hay personas que hacen cosas realmente fantásticas con ellos. Un amigo mío tiene 11 microchips instalados en las manos, para él es una especie de hobby. Y para mí es una gran herramienta social y de comunicación”.
En total, hay entre 30.000 y 50.000 personas en el mundo que tienen instalados estos microchips.
En 2012, el administrador de sistemas moscovita Serguéi Sorokin fue una de las primeras personas en Rusia en tenerlo. El hombre reconoce que el uso del chip “se percibe como algo mágico” y que “el 99% de la gente que lo ve, se queda fascinada”.
Por su parte, el ingeniero ruso Vlad Zaitsev no solo utiliza el chip como un ticket para el transporte público, sino también para entrar en su oficina.
A su vez, un empleado de la empresa Ericsson Russia, Stanislav Kupriyánov, creó un blog en el portal de la popular revista GQ en el que describe su vida como cíborg. Por ejemplo, narra las dificultades que afrontan en el país eslavo las personas con chips.
“Cuando digo en un hotel que tengo un chip en mi mano y que quiero instalar una llave electrónica para entrar en mi habitación, me miran como si fuera un loco”.
Por su parte, un especialista de la empresa de ciberseguridad Kaspersky Lab, Evgueni Cheréshnev, empleó el chip para examinar las amenazas que afrontan los usuarios de internet.
Un chip, que tiene el tamaño de un grano y puede ser comprado online, cuesta unos 100 dólares.
Después de que un especialista lo implante, se puede utilizar para abrir puertas, desbloquear smartphones, entrar en sitios web, así como para intercambiar datos.
Según los expertos, estos chips no provocan rechazo en el organismo, puesto que están hechos de сristal biocompatible.
Como podemos ver, en estos momentos nos encontramos en una fase en la que los dispositivos móviles (smartphones y tablets), se erigen en los estadios intermedios previos a la implantación de este tipo de tecnologías más avanzadas.
Mientrastanto, paralelamente, proliferan otros conceptos previos aplicables con las tecnologías disponibles, como la eliminación del dinero físico y la implantación de la Renta Ciudadana, cuyo pago será de carácter electrónico para disponer de un control total sobre la población.
De momento, los chips RFID siguen siendo demasiado voluminosos y su implantación (acompañada de la imagen de largas agujas y dolorosa perforación de la piel), sigue provocando rechazo entre la población.
Pero el concepto ya ha sido creado y socialmente aceptado como posible y por lo tanto, en estos momentos, si no se produce un rechazo generalizado y radical hacia ello, su implementación futura, será imparable.
Es fácil prever que será así. Pronto estos chips RFID serán diminutos y su implantación dejará de ser traumática y dolorosa, para convertirse en prácticamente imperceptible.
Ello vendrá combinado con el hecho de que dichos dispositivos nos dotarán de “poderes”, que nos permitirán interactuar con todo tipo de dispositivos electrónicos, convirtiéndonos a nosotros mismos en cyborgs funcionales y en una pieza más incluída en el “Internet de las cosas”.
Quien no se adapte a estas circunstancias de la nueva sociedad, se convertirá en algo así como “un ciudadano obsoleto”, que no tendrá la posibilidad de competir con sus congéneres por los mejores (y escasos) puestos de trabajo.
Así pues, es fácil intuir que cuando estos dispositivos implantables bajo la piel estén ya disponibles en el mercado, el dinero electrónico ya habrá sido erradicado, la Renta Ciudadana habrá sido implantada y ya existirán las primeras inteligencias artificiales que estarán monitoreando la seguridad mundial a gran escala.
Entonces, como paso final, se implantarán estas tecnologías de forma generalizada y el individuo humano, tal y como lo conocemos en la actualidad, dejará de existir.
A ello debemos añadirle la más que posible creación de chips cerebrales que nos permitirán conectar nuestras mentes a Internet y visionar directamente en el interior de nuestro cerebro la “realidad aumentada”, algo que previsiblemente, sucederá en pocas décadas, por lo que la propia percepción de la realidad, ya no la determinará nuestro cerebro, sino los programas o interfaces que llevemos instalados en él.
Y como podemos ver, de momento al menos, no parece que ningún líder mundial esté dispuesto a detener este proceso que nos llevará a la esclavitud más inimaginable, hasta el punto de que nuestro propio planeta se convertirá en una inmensa prisión en la que seremos vigilados las 24 horas del día, lo que repercutirá finalmente en la eliminación de nuestros rasgos diferenciados como individuos.
Desgraciadamente, aún hay gran cantidad de gente que cree que esto es ciencia ficción, suponemos que por su incapacidad intelectual para ver algo que esté más allá del próximo fin de semana…