viernes, 20 de diciembre de 2013

chemtrails: entrevista a josefina fraile (guardacielos)



La entrevista que TVCyL Zamora nos hizo hace tres semanas. Aún estamos sorprendidos por esta gran oportunidad que nos ha dado la televisión zamorana para expresar lo que está ocurriendo. Este documento nos ayudará a dar visibilidad a un problema de magnitudes globales y de impacto incalculable para la vida en el planeta. 

Os agradecería su difusion.CyltvZamora http://www.youtube.com/watch?v=1pMMS9...
Josefina Fraile




El mayor dosier sobre chemtrails (geoingeniería), que corran estas imágenes de stop-secret; bajaros el pdf, antes de que lo censuren son 50,8 megas

lucha obrera:la leccion de los trabajadores de autobuses de alicante




En estos tiempos de oscuridad, de represión, de recortes y lamentos, de gente pasiva que no reacciona ante todas las putadas (creo que ninguna palabra define mejor la situación actual), donde parece y algunos venden que lo único que queda es la resignación, el tragar, el callar y el “Si, Bwana”, en ocasiones, una luz, un destello de luz de esperanza, enciende esta España de tinieblas con aroma a rancio y a añejo. Destellos de luz de dignidad que son tan fuertes que llegan a cegar a algunos que viven adormecidos en su resignación y su sumisión.

Durante mucho tiempo se nos ha repetido de forma machacona que “una huelga no sirve para nada”. Y muchos se lo han creído. Y lo repiten como loros: Nada sirve. No sirve protestar, no sirve organizarse, no sirve pelear, no sirve una huelga. Cuando te molestas en rascar en esos que repiten machaconamente esa frase ves y compruebas que viven como almas en pena: llorando por las esquinas su infinita cobardía para plantar cara. También el caso de gente que, evidentemente, se beneficia de la docilidad porque les interesa mientras ellos aumentan sus beneficios.
En parte la frase es verdad, en parte. Una huelga no sirve….cuando es una huelga cobarde. Cuando se hace y la gente no se cree la huelga. Cuando los lamentos de siempre aparecen. Cuando muchos no la apoyan porque miran por su jodido culo. Cuando la misma huelga es difusa, cobarde y acomplejada. Esas huelgas, esas “huelguitas”, no sirven. Esas huelgas causan risa en los que verdaderamente cortan el bacalao. Porque mientras esos huelguistas acuden dudando; ellos, los poderosos, que no tienen el menor escrúpulo al defender sus intereses, se oponen a ella sin titubear. El resultado está cantado. Es como si en un ring se pelearan dos púgiles: uno cobarde, tembloroso, dubitativo, pese a que mida 1,80… y otro bajito, pero enérgico, que sale a comerse al otro. El resultado estaría cantado. El bajito derrota al primero por un tremendo KO.
Pero cuando las luchas, las huelgas son valientes, son decididas, se lucha y se pelea sin ponerse a temblar; cuando esa huelga es una huelga valiente y no tienen sus promotores complejos ni hipotecas. Cuando todos van a una y van a muerte. Cuando se ganan la solidaridad exterior al mismo tiempo que se tiene una fuerte voluntad de resistencia y una unidad interna sin fisuras… Entonces la huelga sirve. No solo sirve, sino que consigue aquellas reivindicaciones que plantea. A los poderosos no les queda otra que demostrar que no son tan poderosos y que su poder es aplastado por la voluntad de hierro y por la resistencia de los trabajadores. Pasó cientos de veces en el pasado. Y ese ha sido el ejemplo maravilloso que los trabajadores de las empresas de transporte urbano de Alicante nos han mostrado y nos han enseñado delante de nuestras narices. Y del que debemos aprender muchos, sin duda.
Tras idas, mareos, enredos políticos y mentiras, la Consellería de Transportes valenciana, los Ayuntamientos de Alicante y comarca y la Empresa la Alcoyana se pasan la pelota unos a otros y estalla el conflicto. Llevaba dos meses avisándose, pero estalla finalmente. No hay dinero para mantener los autobuses interurbanos de Alicante. Ese no hay dinero se iba a transformar en un calvario para los trabajadores y usuarios: Despido de más del 52% de los trabajadores de la Alcoyana, supresión de líneas de bus y recortes drásticos en lineas como la 23 (Alicante-Sant Joan-Mutxamel), que es la segunda línea en numero de pasajeros, además de otras muchas. Por si esto fuera poco, supresión del sistema de pago de bonobús, lo que conllevaba subidas de precio totalmente desorbitadas: del 120% para personas que realizasen un trayecto hasta el 300% para aquellos que, como el que escribe, realizasemos transbordos. ¡Terrorismo social contra los que cogemos el bus! ¡Un auténtica bofetada contra todos nosotros! No solo con los trabajadores que iban a ser despedidos. También con los usuarios, algunos de los cuales nos quedábamos practicamente incomunicados para llegar a nuestro destino o, como en el caso de Villafranqueza, línea 25, totalmente aislados.
Tras una manifestación el pasado sábado bastante numerosa de usuarios y trabajadores -pero donde, a mi modo de ver, faltaron miles y miles de usuarios que esperaban que su problema se solucionase por arte de magia-, los trabajadores deciden, ante el mantenimiento de los recortes y despidos mediante ERE, iniciar una huelga indefinida desde el martes 17 hasta final de año, con una sola pausa durante el sábado y domingo 21 y 22. Una huelga que, no solo, de triunfar, beneficiaría a los trabajadores, sino, principalmente, a todos los usuarios.
A pesar de que la huelga dió lugar a los típicos gemidos de siempre “de los anti-huelgas” en las paradas, esta vez muy minoritarios, salvo el primer día, la pura verdad es que la huelga fue una huelga decidida y con coraje y arrojo. La secundaron el 100% de los trabajadores de Masatusa y Alcoyana. No el 60, ni el 40, ni el 33….¡El 100%!. Ahí no hubieron lamentos que algunos tenemos que escuchar en determinados sectores de “es que no me lo puedo permitir”, “es que me descuentan”, “no sirve para nada”… No. Los trabajadores, unidos y cohesionados, lograron una unidad y una fuerza a prueba de bombas. Con ello consiguieron el primer pilar del resultado de su lucha.
Pero el segundo pilar, posiblemente determinante, fue la concienciación de un sector importante de los usuarios. Todos nos jodimos con la huelga. Todos madrugamos con la huelga. Todos acabamos yendo en los buses como sardinas en lata o esperando más de una hora que llegara nuestro bus. Pero lo comprendíamos de forma mayoritaria. Sabíamos que, de ganar ellos, ganaríamos también nosotros. Unánime no fue, evidentemente. Hasta salió el típico bocazas o bocachancla diciendo que “qué reivindicaban”, siendo rápidamente replicado y acallado. Y es que hay sentimientos que son humanamente comprensibles: cuando eres una suela en tu empresa y en tu vida, cuando te pasas la vida tragando y tragando, tiene que joder mucho, pero mucho, ver que hay gente capaz de no dejarse pisar. Tiene que ser muy duro y la envidia tiene que ser tan grande que es hasta razonable que algunos chillen en la calle o en los bares lo que no son capaces de pelear en otros sitios. Es su naturaleza y en su pecado llevan la penitencia.
A pesar de estas anécdotas es un hecho que la opinión pública estaba, una vez informada, a favor de la reinvindicación de los trabajadores. Ya anteriormente a la huelga se había informado y quiénes nos molestamos en informarnos, sabíamos cuál debía ser nuestra trinchera en esta lucha: con los trabajadores. Siempre con los trabajadores. Porque no solo estaba en juego evitar un ERE. Estaba en juego nuestro servicio, que pagamos, de transporte público y de calidad. Estaba en juego no ser masacrados por una subida de precios que se puede calificar de ROBO. Esta en juego lo mismo que está en juego cuando recortan en Educación y Sanidad, cuando desahucian a la gente de sus casas. Nuestra dignidad y nuestros derechos.
Por si esto fuera poco, los trabajadores en huelga, convencidos de la contundencia de sus argumentos, se fueron a las paradas a informar en plena huelga. Desde luego, más valentía y coraje es imposible: esa valentía y coraje que habían demostrado desde el prime minuto de la huelga. No sólo los usuarios concienciados nos convertíamos en su voz en las paradas por solidaridad y comprensión, allá donde algún “listo” protestaba por la huelga, sino que ellos mismos fueron a neutralizar a los posibles voceros que campan en algunos lares y explicar, con pelos y señales, con datos y con verdades, las razones de esa huelga.
Dos largos días de huelga, con asistencia de los trabajadores al Ayuntamiento de Alicante, con un escrache a Fabra, rodeado de sus perros fieles y guardianes, e incluso aguantando empujones y conatos de carga policial por estar defendiendo su pan, su puesto de trabajo. Pero, sobre todo, con valentía, unidad, decisión y solidaridad, pese a que muchos aún se sorprendan, el resultado no podía ser otro que el que llegó en la noche de ayer: una victoria aplastante y rotunda.
Muchos aún estarán frotándose los ojos sin entender nada. Las preguntas de muchos en el día de hoy serán tales como: ¿Cómo es posible? ¿Que eran, miles de trabajadores? ¿En que cosas tuvieron que ceder?¿Dónde está el truco?
El truco está en la UNIDAD, la VALENTÍA y la SOLIDARIDAD. No eran miles de trabajadores. Eran 350. ¿Sus cesiones? NINGUNA. ¿Sus objetivos? Cumplidos y, además de su principal objetivo, la retirada del ERE y CERO DESPIDOS, consiguen, de paso, el mantenimiento de líneas y del sistema de pago del bonobús. Algo de lo que se benefician todos los usuarios del transporte público de Alicante.
Una victoria aplastante que es, además, un ejemplo para miles y miles de nosotros. Los que antes no tenían dinero, se han apresurado a ponerlo. Los que dijeron que los recortes eran necesarios e innegociables, han acabado, casi suplicantes, aceptando TODAS las condiciones de los trabajadores. Los que son vistos por muchos como intocables y legitiman con sus urnas todas y cada una de las políticas que hunden en la miseria, la desesperación y la desesperanza a miles y miles de personas, resultaron derrotados por 350 trabajadores.
No hay ningun secreto: Han permanecido unidos. Han tenido claro en todo momento que su lucha era justa y lo han demostrado. No han dudado ni un solo minuto ni se han echado atrás. No han sido ninguneados por sus representantes, sino que estos los han defendido a “cara de perro”, que es como tiene que ser. No han tenido dudas. Y además han sabido ganarse y hacer entender a la opinión pública, con unos medios escasos y con todo en su contra, que su causa era justa y que merecía ser apoyada. Y muchos usuarios no hemos dudado en solidarizarnos con su lucha y hacer de su lucha su lucha. El resultado no podía ser otro que esa ilusionadora victoria. Imaginen, un ERE antes de Navidad. Y ERE tumbado. No hace falta dar más detalles.
Nos han dado una lección magistral, una lección que muchos, con estudios, clase y títulos no son capaces de dar. Sencillos, campechanos, sin creerse de “clase media” ni historias por el estilo, sin dudas ni hipotecas, sin complejos. Puede que escriban con alguna errata, puede que no sepan vete a saber, pero saben muy bien como se consigue ganar, como se puede ganar y ellos han ganado. Han ganado para ellos, pero su victoria, humilde pero generosa, la comparten con esos usuariosa los que cada día ven y dan servicio en el trabajo. Han demostrado la fórmula, para nada secreta, para no ser aplastado ni derrotado en los tiempos que corren: CORAJE, UNIDAD, SOLIDARIDAD, CONCIENCIA DE CLASE OBRERA, VALENTÍA Y DETERMINACIÓN. 
Por eso esta lección merece ser contada. Merece ser memorizada y casi, si me apuran, aprendida al milímetro. Para cuando salgan las cacatúas derrotistas, los de “hay que arrimar el hombro”, los de “una huelga no sirve para nada” y darles en los morros con esta lección magistral de los trabajadores del autobús de Alicante, que cómo los barrenderos de Madrid, nos muestran que las cosas son bien sencillas y que….
“Si luchas puedes perder, si no luchas, estás perdido”
Fuente: El Blog de Julián
Fuente: la hora de despertar

jueves, 19 de diciembre de 2013

huelgas de hambre y hambre de huelgas


<em>Juegos del Hambre (I): huelgas de hambre y hambre de huelgas</em>
Jorge Arzuaga, estuvo 41 días en huelga de hambre en la puerta del Sol. FERNANDO SÁNCHEZ
Un cuerpo pertenece a las condiciones creadas para que viva o muera. Al arte de regular y organizar esas condiciones Foucault lo llamó biopolítica. Foucault estudió cómo el estado moderno surge para estructurar ese dominio mediante redes de instituciones y de saberes. Las hay de muchos tipos: incubadoras, comedores escolares, registros de peligrosidad social, psiquiátricos, cárceles o campos de concentración. En épocas de circulación global de capitales, la función del estado sigue siendo una muy parecida: dar de comer y quitar la comida, organizar el acceso a la vivienda y a la medicina. En definitiva, dar la vida y dar la muerte. Aunque nuestras subjetividades se construyan en la red y en el mercado, son muchos los lugares donde el estado decide todavía cuán alto se pone el listón de la supervivencia. En su función pedagógica, el salario mínimo regula el grado de hambre, calcula las proteínas necesarias para que una sociedad pueda seguir viviendo contra ella misma. El umbral del salario mínimo organiza, en términos macro, el número de años de deuda necesarios para garantizarse un techo, el régimen de acceso a proteínas y azúcares de una familia o el pago por servicio a una prostituta sin papeles. Son las reglas del juego por abajo. Mientras, un poco más arriba en la cadena alimenticia, gira y gira la fábula del bazar eterno de la sociedad de consumo.
El Anuncio de la Lotería de Navidad de este año nos anima a correr, a apresurarse, para llegar a tiempo, con una vela en la mano, a la escena nacional de una plaza. En esta Plaza de España, metáfora de la nación, sus representantes líricos convocan memorias de los sueños colectivos del pasado (la Eurovisión franquista, la brillantina erótica de los ochenta, los Juegos Olímpicos de Barcelona, la Operación Triunfo). Repiten, con sus voces de siempre, las mismas promesas del ayer: es todavía posible esa bufanda, ese peinado, esa sonrisa, el mismo modo de amar, aquellos viejos sueños de hace una década, tu gorro de colores, tu juventud, tu vida prometida todavía están en un lugar y te esperan. Pero, cuidado, fuera de esa plaza se extienden las tinieblas y más allá de la ciudad está la noche, y presagios terribles avanzan por las calles vacías y siniestras, de las que los cuerpos huyen. Sólo unos pocos llegan. En esas oscuridades crecientes han desaparecido todos los demáslos cuerpos de los otros, de aquellos que ya no están allí para jugar con sus sueños. Esas velas les hacen un luto extraño. Porque, en esta plaza, todos los rostros están poseídos por la cruel alegría de haber sobrevivido.
El sacrificio humano es la condición básica para que los humanos acepten sacrificios. Cuando la rueda dentada de la biopolítica se gira, como ahora, se quiebran primero los que están más débiles, los que tienen menos margen de maniobra, y los que adoptan decisiones incorrectas. En los últimos años, nos hemos acostumbrado a identificar estos perfiles, a reconocer los cuerpos para la crisis, mientras vemos cómo las distintas grietas biopolíticas del crac del siete atraviesan, también, nuestros cuerpos propios. Se aprende a ver cómo las vidas devienen vidas subprime.
Las historias de vidas subprime narran cómo una experiencia vital se ve atravesada, hasta amenazar su propia supervivencia, por las condiciones estructurales de la actual crisis. Que la crisis esté hecha de mentiras y de creencias no quiere decir que esas mentiras no maten, que esas creencias no se inscriban en los cuerpos: terremotos psíquicos, listas de espera sanitarias que resultan letales, centros de salud que ya no están allí… Pero, entre todas las vidas súbitamente precarizadas, la expresión vidas subprime se refiere prototípicamente a las experiencias relacionadas con los desahucios y con las hipotecas subprime, en las que las pérdidas de trabajo y los laberintos de la deuda arrasan con mundos hasta hacía poco estables.
Pero no sólo el estado se ocupa de la biopolítica. Cualquier comunidad es biopoderosa cuando trenza redes de solidaridad. Cualquier persona se bioempodera si aprende a articularse con los demás en alianzas y pactos, para distribuir, recuperar, producir y alcanzar bienes de supervivencia (comida, medicina, viviendas, trabajo). Se ha hablado mucho de que las experiencias abiertas alrededor del 15-M se cosen desde esta conciencia. Parte de esas redes son bioliterarias: tienen que ver con la capacidad de intercambiar y compartir relatos. Entre ellos, también, lashistorias de la vida subprime.
Una historia de vida subprime es un relato, un modo de hablar en público para que los demás entiendan lo que nos pasa porque también les puede pasar a ellos. Las gentes de la PAH hablan desde ahí, desde su condición de ciudadanía restringida biopolíticamente. Uno que hace huelga de hambre en una plaza, Jorge Arzuaga, u otro como él, plantado como un árbol también quiere compartir un relato. Pero, ¿acude allí como exponente de una vida subprime? Aunque esté en paro, a pesar de su formación, a pesar de que, como cualquier otra persona de su generación, vea disminuir sus derechos y oportunidades, de que vea su vida limitarse, en este caso, Jorge Arzuaga no habla desde ahí, aunque sienta la fuerza biopolítica de la crisis constriñendo su cuerpo y su futuro. Es decir, la vida de Jorge puede ser una vida subprime: el modo de Jorge de hablar de su vida en huelga no lo pareció.
El relato de Jorge, en aquel vídeo en el que daba a conocer su huelga, era el de la democracia real. Su lenguaje es el fundacional de la democracia, y su vocabulario habla de derechoslibertadesigualdad, representacióndimisión,eleccionesjusticialegitimidad democrática… Jorge usa el lenguaje de la democracia contra las instituciones e individuos que se lo han apropiado, exactamente cómo lo vimos hacer durante el 15-M. Lo llaman democracia y no lo es: en este otoño de 2013, durante cuarenta días de huelga de hambre, se quiso convocar aquella misma tensión entre lo que hay y lo que debería haber. La novedad, si es que había alguna, se encontraba en la actuación singular de un individuo que, sin encomendarse a nadie, ponía su propio cuerpo en juego…
En vez de una masa, de las multitudes de la primavera del 2011, de pronto vemos un solo cuerpo que afirma sertodos los cuerpos.  En aquel vídeo Jorge hablaba de los umbrales políticos que hacen que lo aceptable se convierta en inaceptable. Se preguntaba “¿Hasta cuando?” Al igual que otros millones de ciudadanas, Jorge cree que lo que le define políticamente es su condición de ciudadano sin representación. Jorge hablaba políticamente y actuóbiopolíticamente. Puso juntas las dos dimensiones, la supervivencia y la representación: porque no nos representan, nos destrozan nuestras vidas. Buscó interiorizar la violencia externa sobre los cuerpos representando un vacío interno desde su estómago. Usando las tripas como corazón, como máquina empática y revolucionaria.
Desgraciadamente, el problema parece siempre el mismo, que, mientras unos tienen vidas amenazadas, otros tienen el poder de no representarlas y de no protegerlas. Jorge propone el camino de la resistencia biopolítica: cuando uno mismo amenaza públicamente su propia vida, delante de un público, consigue que se hagan visibles los vínculos entre la falta de democracia y la muerte o precarización de los más débiles. Esos vínculos, que organizan la realidad, sólo se pueden mantener en la medida en que sigan ocultos. Verlos es lo que los vuelve inaceptables.
Las técnicas de resistencia pacífica sólo funcionan si dispones de una audiencia. Y sólo mientras esta se reconozca en los juegos de representación que la lucha pacífica le proponga. Los cuerpos, con sus manos desnudas como toda arma, apaleados por los antidisturbios, le duelen al teleespectador en la medida en la que este crea (o sepa) que, ahí, los cuerpos son intercambiables, que entienda que su propio cuerpo está siendo apaleado también a través de un cuerpo otro, que si se queda en casa, podrían quitársela. Si no le duele, es porque cree (o sabe) que su cuerpo no se intercambia con esos cuerpos sino con otros, con los cuerpos que no ven su supervivencia amenazada en esta coyuntura, con aquellos que, por caso, están reunidos en la plaza navideña del anuncio de Loterías, tan contentos de haber sobrevivido, contemplando el árbol de Navidad de bombos luminosos creado en su centro. El Árbol de Navidad puede tapar una huelga de hambre. Esto fue lo que ocurrió en Sol.
Jorge Arzuaga no se ha inventado la huelga de hambre, precisamente porque conoce su historia, también en la península, una que trata de hacer ver el bosque de las hambres más allá del árbol de la Constitución que las tapa. En la transición española, el ayuno político se empleó como un modo de resistencia no violenta frente a la violencia de la dictadura y la post-dictadura. Esta tradición le es familiar a Jorge: las huelgas hambrientas fueron especialmente eficaces en Euskadi entonces, y serían la base de otros procesos de resistencia civil exitosos como las campañas por la insumisión en los años ochenta. Y ello, obviamente, dentro de un marco de referencia internacional donde presos de conciencia hambrean para poder ser vistos.
En el 2011, murió en huelga de hambre en Teruel el preso marroquí Tohuami Hamdaoui, clamando por su inocencia. Pero, en la temporalidad de crisis, la huelga de hambre acompaña el hambre de huelgas. En estos dos últimos años, han sido decenas las huelgas de hambre en contra de la privatización de la sanidad o para tratar de parar desahucios o para exigir que se pague un sueldo no cobrado o para protestar por la desprotección de las víctimas de la violencia machista.
La huelga de hambre incorpora y ridiculiza el lenguaje del gobierno contra la crisis, lenguaje basado en el sacrificio, en la necesidad de sacrificarse y de hacer sacrificios, mientras pretende que se lo toma en serio. Si nos vamos a sacrificar, ¿en nombre de qué y de quiénes, cómo y para qué? ¿Y hasta dónde? El hambre voluntaria de Jorge quería hacer ver las hambres involuntarias y el silencio que las rodea. Fue interesante que escogiese volver a Sol para ello. En octubre de 2011, Luis Fernández y Juan Sánchez ya intentaron re-ocupar Sol a través del ayuno.
Dos años después de aquel intento, Jorge decidió ocupar su propia huelga de hambre y actuar políticamente desde ella. Esa lógica es perfectamente 15-M. Es también muy inclusiva: permite que cualquiera participe y reproduzca su propia huelga de hambre. ¿Para volver a Sol quizás hace falta volver de uno en uno? Jorge integraba en su cuerpo la vulnerabilidad de los cuerpos subprime de la crisis. Y así obligaba a asumir que no a todos golpea la crisis igual, que unos cuerpos están en muchos aspectos más protegidos que otros. Los que no pasamos hambre pero la tememos, como el que esto firma, ¿hemos de temer la capacidad de Jorge de no comer? Los huelguistas hambrientos de Sol, con un cartel lleno de profundidad filosófica, en un diálogo con las ficciones políticas del 15-M, exploraban sus límites, con el deseo de empujarlos políticamente: Nosotros somos todos, ¿vosotros podéis ser nosotros?
Fuente: la marea