En sus etapas iniciales, el imperialismo era básicamente la acción de exploradores/as individuales, misioneros/as, y algunos mercaderes aventureros.
Pero pronto comenzaron las portencias extranjeras a desear conquistar unas tierras tan ricas, una vez se dieron cuenta de que eran una fuente de materia prima fácil de adquirir, ya que los indígenas carecían de medios para defenderse de las poderosas naciones europeas y de EEUU.
Varios líderes políticos importantes como Gladstone se oponían a la colonización en sus primeros años. No obstante, durante su segundo mandato de 1880 a 1885 no pudo resistir el lobby colonial y permaneció ocupando Egipto para beneficio propio y de su país. En Francia, el político entonces radical Georg Clemenceau también se oponía al imperialismo. Así, una tensión entre la necesidad universal de respetar los derechos humanos de la gente colonizada, y los impulsos imperialistas para la desmedida explotación de las poblaciones consideradas inferiores empezó a surgir.
Y comenzó a escucharse por Europa y Norteamérica un discurso racista y propagandístico en el siglo XIX, como una condición previa del proyecto de colonización y del reparto de África, como ejemplificó Stanley: "los salvajes sólo respetan la fuerza, el poder, la audacia y la decisión." Los lobbies colonialistas ganaron la batalla, y continuó abierta la veda para hacerse con África.
Y llegamos a la colonización de África, que fue la conquista europea sobre el territorio africano, por la fuerza, doblegando a los gobiernos y sometiendo a los habitantes, durante el periodo del Nuevo Imperialismo, entre la década de 1880 y el comienzo de la Primera Guerra Mundial. Involucró principalmente a las naciones de Francia, Alemania y el Reino Unido, aunque también participaron Italia, Portugal, Bélgica, España yEstados Unidos, este último a través de la fundación de Liberia.
La ocupación militar fue rápida y fácil ya que la superioridad técnica era grande y los indígenas no presentaban resistencia. Además las potencias conquistadoras utilizaban las luchas tribales para formar sus ejércitos con elementos indígenas.
Durante el periodo neoimperialista, por el fin del siglo, Europa adquirió casi 23 millones de km² (9 millones de millas cuadradas) - un quinto de la superficie terrestre total - en posesiones coloniales.
La economía de las colonias se basaba en lo siguiente:
La explotación y la apropiación de la tierra: muchas tierras fueron arrebatadas a los indígenas y repartidas entre colonos blancos que crearon plantaciones donde solo cultivaban un producto, el monocultivo, por ejemplo el té en la India o el caucho en Malasia. A parte de esto también se desarrolló la minería, compañías europeas extrajeron grandes cantidades de oro, cobre, carbón, diamantes, etc. Este trabajo se hacía basándose en mano de indígena barata.
Además, se estableció un sistema aduanero que le daba a la metrópolis el monopolio y obligaba a los indígenas a comprar productos manufacturados de la potencia conquistadora.
Se impidió que se establecieran industrias en las colonias para mantener la supremacía de la metrópolis.
Además, se estableció un sistema aduanero que le daba a la metrópolis el monopolio y obligaba a los indígenas a comprar productos manufacturados de la potencia conquistadora.
Se impidió que se establecieran industrias en las colonias para mantener la supremacía de la metrópolis.
Este mundo colonial se vino al suelo luego de la Segunda Guerra Mundial.
Bajo el liderazgo de Estados Unidos, con el apoyo también de la URRS (un poco cínico, en ambos casos, porque ambos imperios alegaban que ellos no eran colonialistas) comenzó a imponerse la conciencia de que el colonialismo era cosa del pasado. Ese nuevo espíritu se impuso en la carta de constitución de las Naciones Unidas, que asentó como norma fundamental para la convivencia en el nuevo mundo el principio de la “autodeterminación de los pueblos”.
Estas buenas intenciones calaron profundamente en las conciencias de la ciudadanía de occidente y en las agenda políticas de los gobiernos reformistas o de izquierda que prevalecieron en el Europa. En las décadas del cincuenta y el sesenta obtuvieron su independencia casi todos los actuales países africanos. Y así terminó el colonialismo de África, y comenzó la situación actual.
La consecuencia más grave del colonialismo es la pobreza actual de África, y su olvido absoluto por parte de occidente. Ni se le ayuda a desarrollarse para convertirse en potencia, ni se le deja acceder a sus enormes recursos naturales, siendo éstos controlados por Estados Unidos u otras potencias mundiales mediante gobiernos títere al servicio de otros países, fomentando guerras tribales entre los africanos mientras se esquilman sus recursos, declarando la guerra a países con abundante petróleo o gas, o simplemente tomando lo que desean de poblaciones sin gobiernos oficiales, ni autoridades que defiendan a la pobñaíón, como el pescado que se coge de Somalia, pescando en sus aguas ilegalmente.
Para algunos países, seguro que las cosas no han cambiado mucho desde la época colonial hasta ahora. Y es deber de todos/as conocerlo y denunciarlo.