Daraya, nido del terror, nido de armas y equipos de guerra. Daraya, localidad a unos 13 kilómetros del centro de la capital de Siria, Damasco.
Era uno de los bastiones esenciales de los grupos armados que luchan contra el Gobierno sirio, el del presidente Bashar al-Asad. Daraya, finalmente después de 4 años de infierno, tal como lo narran sus habitantes, fue liberada. El 25 de agosto debido a la presión que ejerció el Ejército de Siria, los grupos armados aceptaron una negociación. Entonces, las explosiones, la sangre y la muerte se detuvieron.
El pacto fue, permitir la salida de 4 mil personas de esa localidad, 700 de ellas entrenadas para matar, es decir combatientes armados, hacia otra localidad, a cambio de que estas personas entregaran armamento letal -como armas pesadas-, al gobierno. Así, gobierno y grupos paramilitares cumplieron su parte, para que Daraya fuera liberada.
Miles de civiles atrapados ahí por la violencia y las bombas pudieron respirar. A esos civiles, el gobierno los llevará a campos de desplazados cerca de Damasco. A los opositores los transportó en autobuses a donde querían ir, hasta la ciudad de Idlib, en el noroeste de Siria, ciudad controlada por los terroristas del Frente Fath al-Sham (anteriormente conocido como Frente Al-Nusra) y grupos aliados.
Las cámaras de televisión y de fotografía han entrado a Daraya. Las imágenes huelen a muerte. Fotografía impactante de la destrucción, de la desesperanza, de la sinrazón de matar. Ahí comenzaron las revueltas, ahí, hoy terminaron. Daraya era un punto importantísimo para los opositores armados.
Geográficamente estratégico por estar a las espaldas de Damasco, y logístico por ser un almacén gigantesco de armas para atacar al gobierno. La liberación de Daraya, significa para el mandatario Bashar al-Asad una gran victoria en el recontrol de su país.
Este acuerdo que liberó Daraya también se considera una gran victoria de estrategia militar para el Ejército sirio, ya que conduce a purgar el área de los takfiríes sin luchar, y permite que las tropas en esta ciudad se dirijan a otros campos de batalla.
Post data: ‘Fue un infierno. Se sentía como que estábamos en el infierno. Habíamos perdido los nervios, estábamos agotados. Empezamos a desear la muerte. Estábamos celosos de las personas muertas, porque habían conseguido librarse de esta vida’, declara un habitante sirio de Daraya al ver la luz, la luz que no consistía más que avanzar unos pasos hacia las calles contiguas de esa localidad.
El análisis, las preguntas y respuestas a las diez treinta de la noche en ‘Detrás de la Razón’, desde los estudios de Teherán; Londres, seis de la tarde, México y Colombia, doce del día; Madrid, ocho de la noche.
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