Crece la preocupación por un posible “incidente” nuclear, hasta ahora no comprobado, en las cercanías del círculo del Ártico.
En enero se detectaron pequeñas cantidades de yodo radiactivo de origen desconocido en grandes extensiones de Europa según un informe del Instituto de Protección Radiológica y Seguridad Nuclear, el organismo público nacional francés en riesgos nucleares y radiológicos.
Dado que el isótopo tiene una vida media de sólo ocho días, la detección indicaría una liberación de radiación bastante reciente.
Lo peor del asunto, es que, según el informe, se desconoce el origen de esta radiactividad.
La estación de filtros de aire de Svanhovd, ubicada a unos pocos cientos de metros de la frontera de Noruega con la península de Kola, en el norte, fue la primera en medir la cantidad de Yodo-131 radiactivo en la segunda semana de enero.
Poco después, se midió el mismo isótopo en Rovaniemi, en la Laponia finlandesa. En las dos semanas siguientes, en Polonia, República Checa, Alemania, Francia y España se registraron rastros de radiactividad, aunque en pequeñas cantidades.
Noruega fue la primera en medir la radioactividad, pero Francia fue la primera en informar oficialmente al público sobre ello.
“El yodo-131, un radionúclido de origen antropogénico, se ha detectado recientemente en pequeñas cantidades en la atmósfera europea a nivel del suelo. El informe preliminar afirma que se encontró por primera vez durante la semana del 2 de enero de 2017 en el norte de Noruega. Posteriormente se hallaron rastros en Finlandia, Polonia, República Checa, Alemania, Francia y España, hasta finales de enero”, sostiene el comunicado de prensa del Instituto de Protección Radiológica y Seguridad Nuclear(IRSN).
No obstante, según sostiene Astrid Liland, jefa de la Autoridad Noruega de Protección contra la Radiación, los niveles de radiactividad no implican riesgos para la salud y no comporta ninguna preocupación para los humanos ni el medio ambiente.
Lo sorprendente, sin embargo, es que las autoridades no sean capaces de determinar el origen de esta contaminación por yodo-131.
Como informa el medio Barents Observer, el yodo-131 en el aire podría tener su origen en un incidente con un reactor nuclear. El isótopo es también ampliamente utilizado en medicina y con ese propósito, muchos países alrededor del mundo lo producen.
Todos los explotadores de reactores nucleares o instituciones que utilizan Iodo-131 para fines médicos tienen detectores para liberaciones externas de radioactividad. En otras palabras, como concluye el Barents Observer: “Alguien por ahí debe saber por qué la radioactividad se extendió por Europa”.
Las instalaciones nucleares de la Europa septentrional, donde se descubrió por primera vez la radiactividad, incluyen centrales nucleares situadas en Finlandia, Suecia y Rusia, además de buques de propulsión nuclear en la península de Kola, en Rusia, y en el área del Mar Blanco.
La fuente también podría provenir de instalaciones aún más alejadas.
EL ENVÍO DE UN AVIÓN QUE MULTIPLICA EL MISTERIO
Por último, añadir un elemento que aún multiplica más el aire de misterio alrededor de este supuesto “incidente” nuclear: la detección del “Constant Phoenix”, una aeronave que llegó el viernes 17 de febrero a la base aérea británica de Mildenhall, tras despegar de Florida.
Como explica la web especializada Aviationist, el WC-135 “Constant Phoenix” se ha utilizado en el pasado para determinar si se han producido ensayos nucleares o detonaciones en una región determinada.
El WC-135 es un derivado del avión de transporte y soporte Boeing C-135. Dos de estos aviones siguen aún en servicio, de los diez ejemplares operados desde 1963.
Los aviones son pilotados por las tripulaciones de vuelo del Escuadrón de Reconocimiento 45 de la Base de la Fuerza Aérea de Offutt, mientras que las tripulaciones de misión son atendidas por el Destacamento 1 del Centro de Aplicaciones Técnicas de la Fuerza Aérea de EEUU.
El WC-135, conocido como “sniffer” o “weather bird” por sus tripulaciones, puede transportar hasta 33 personas. Sin embargo, las tripulaciones son mantenidas al mínimo número posible durante los vuelos de misión, con el fin de disminuir los niveles de exposición radiactiva.
Los gases efluentes son recogidos mediante dos unidades de succión situadas en los costados del fuselaje, que a su vez atrapan las partículas de lluvia en sus filtros.
Las tripulaciones de misión analizan los residuos de la precipitación en tiempo real, ayudando a confirmar la presencia de precipitaciones nucleares y posiblemente determinar las características de la ojiva involucrada: es por eso que la aeronave sería determinante para confirmar la existencia de alguna posible explosión nuclear de prueba, o un incidente nuclear de cualquier tipo.
Además de para el monitoreo de pruebas nucleares, el WC-135 también se utiliza para rastrear la actividad radiactiva, tal y como sucedió después del desastre de la planta nuclear de Chernobyl en la Unión Soviética en 1986 o tras el incidente de Fukushima en 2011.
Hasta el momento no ha habido ninguna declaración oficial de ninguna entidad que proporcione más detalles sobre el aumento de los niveles de yodo, ni una explicación de los militares de EEUU de por qué esta aeronave ha sido enviada a Europa.
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