La élite busca imponer sus planes a toda costa y para ello promueve que los líderes de las principales religiones respalden una figura de unidad "espiritual" que tendrá una autoridad incuestionable para proclamar lo que dios quiere y lo que no, es decir, habrá un "representante de dios en la Tierra" que favorezca el proyecto de la oligarquía global que muy pocos se atreverán a cuestionar.
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