miércoles, 7 de marzo de 2018

¿FUE EL ACCIDENTE DE UN TREN EN GALICIA EN 2016 LA TAPADERA DE UN ASESINATO?



Muchos recordaréis el “accidente” del Tren Celta cerca de O Porriño en Septiembre de 2016, otro eslabón de la cadena de extraños incidentes ferroviarios que inauguró el descarrilamiento del tren Alvia el 24 de julio de 2013 cerca de Santiago de Compostela. 



En el caso del  Tren Celta de nuevo nos encontramos con una elevada velocidad en un tramo inadecuado, atribuyendose la imprudencia fatal a un “despiste del maquinista”: el convoy entró a una velocidad de 118 km/h en un tramo en el que tenía que ir a 30 km/h.

Solo que el "despiste" resulta absolutamente inverosímil como causa del siniestro, ya que el maquinista fue consciente de la elevada velocidad: las pruebas periciales demuestran que apretó el botón que le avisaba de la velocidad anormal que estaba llevando el tren. Aún así nadie, ni el maquinista ni los dos operarios que iban con él, pudieron hacer nada para detener la extraña y anormal velocidad.

Hubo cuarenta y cuatro heridos entre el pasaje, y sólo los tres operarios resultaron muertos junto con un extraño acompañante, “un turista americano” (según las primeras informaciones aparecidas en los medios) que no tenía por qué estar dentro de ese vagón, de acceso está restringido exclusivamente al personal ferroviario, lo que constituye todo un enigma no explicado que podría encerrar la clave del siniestro.

¿Qué hacía ese hombre allí, en un lugar restringido “a los turistas”?

¿Estaba huyendo de algo o alguien?

Lo cierto es que “el turista americano” ni era americano ni era un mero un turista. Su nombre era James Candlin, y su nacionalidad británica.

Candlin era un importante bioquímico que desarrolló los últimos 13 años de su carrera profesional en la empresa estadounidense líder en biotecnología “Sage n-Research”, con el cargo de vicepresidente de la división de “soluciones proteómicas”.

“Sage n-Research” firmó en 2011 un contrato de exclusividad con el centro químico-biológico “Edgewood Chemical” del ejército de los Estados Unidos, para el que desarrolló la licencia en exclusiva de una novedosa plataforma que identifica microorganismos patógenos en fluidos.

Este dispositivo es capaz de identificar en pocos minutos 45.000 bacterias, virus y hongos diferentes sin necesidad de cultivos previos.

James Candlin era un experto bioquímico del más alto nivel en estudio proteínico y de rutas metabólicas de las células, responsable de complejos estudios bioquímicos de alta tecnología contratada por el ejército estadounidense. Tenía acceso a los últimos descubrimientos en un campo que abre preocupantes posibilidades a la guerra biológica, y a una información técnica sobre detección de virus que muy pocos están autorizados a conocer.

¿Fue Candlin víctima de las luchas entre servicios de inteligencia rivales?

¿O todo fue resultado de otro "despiste del maquinista"?.

O, lo que nos lleva al fondo de la cuestión, ...  ¿existen las casualidades?.

(Fuente: https://dondelaverdadnoslleva.blogspot.com.es/)


Fuente: Astillas de realidad

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