Varias de las principales operaciones delictivas de corrupción, narcotráfico o prostitución de nuestro país tienen en común un reguero de números ganadores de la Lotería. Bajo los boletos agraciados se esconde una práctica fraudulenta: la compra de billetes premiados por cantidades superiores a lo ganado con el objetivo –por parte del comprador– de blanquear dinero.
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