La idea de un “nuevo orden mundial” se encarna por primera vez de la mano del presidente Woodrow Wilson después de la Primera Guerra Mundial. El mandatario, junto a otros personajes de la época, muestra una voluntad real de transformar la manera en que los Estados manejan sus relaciones unos con otros. De su visión surgen dos ideas: en primer lugar, una mejor cooperación internacional que seguiría los preceptos de un sistema de seguridad colectiva articulado en torno a un organismo previsto para tal efecto, la Sociedad de las Naciones; en segundo lugar, una fuente de legitimidad política, para los Estados, que no se basaría en su grado de potencia sino en la fuerza de su identidad nacional y el valor moral de los regímenes vigentes.
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