A lo largo de la historia, la geoingeniería y el uso de métodos de manipulación atmosférica han dado lugar a diversas teorías y hechos documentados que señalan cómo ciertos gobiernos han buscado influir en el clima y el medio ambiente.
El término "chemtrails" (abreviatura en inglés de "chemical trails") ha sido utilizado para describir lo que se considera una forma encubierta de alteración atmosférica mediante la dispersión de sustancias químicas desde aviones, una práctica que, según algunos investigadores, podría estar relacionada con experimentos de control climático, afectación de la salud humana o incluso con estrategias de guerra no convencional.
Uno de los antecedentes históricos mejor documentados de manipulación climática es la Operación Popeye. Durante la Guerra de Vietnam en los años 60 y 70, Estados Unidos implementó esta operación secreta con el objetivo de prolongar la temporada de lluvias en el sudeste asiático, dificultando el desplazamiento del enemigo en las zonas selváticas. Mediante el uso de yoduro de plata, buscaban generar lluvias artificiales, creando condiciones climáticas desfavorables para el ejército enemigo. Esta operación es un ejemplo conocido del uso de geoingeniería con fines militares y demostró que es posible alterar el clima en zonas específicas de forma controlada.
Desde entonces, han surgido acusaciones sobre programas similares en otros países. Estados Unidos, Rusia, China, y varios países europeos han sido objeto de investigaciones y teorías que los vinculan con programas de geoingeniería, bien sea para fines de control climático, o incluso, según algunos, para llevar a cabo formas de guerra encubierta o biológica a gran escala. Si bien muchos de estos programas se mantienen en la especulación, algunos gobiernos han reconocido oficialmente la investigación en métodos de manipulación climática.
Esto sería la manifestación de una guerra encubierta, un "arma silenciosa" con efectos tanto en el medio ambiente como en la salud de la población. Se argumenta que las estelas dejadas por ciertos aviones podrían contener sustancias químicas o biológicas que, al dispersarse, impactan la calidad del aire, controlando las lluvias, las tormentas, el clima en su totalidad, la fertilidad de los suelos, y afectan a largo plazo la salud humana.
Aunque las agencias científicas suelen atribuir estas estelas a procesos normales de condensación, quienes advertimos sobre los chemtrails señalamos diferencias en su persistencia y distribución, sugiriendo que podrían contener aditivos intencionales.
Fuente: LaVerdadQueNosOcultanTV
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