Desde que, con ocasión de la pandemia, los ciudadanos permitimos disparates tales como las restricciones de movilidad que nos impidieron desplazarnos a nuestros segundos domicilios (cuyos impuestos continuamos pagando religiosamente), que nos encerraran en nuestras casas a las 11 de la noche durante meses (supongo que porque el virus era benigno durante el día, volviéndose súper contagioso entre las 11 y las seis de la mañana), tener que llevar mascarilla en un taxi pero no en un restaurante (por supuesto, mientras comes el virus es educado y no osaría contagiarte, no como en el transporte público), y una gama de disparates dignos de figurar algún día en el Museo de Locuras Caprichosas......
Fuente: Exponiendo la verdad
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