Un apagón que nos recordó una vez más que nuestra “vida normal” depende de muchos factores que no son inmutables. Un apagón que nos ha dejado muchas lecciones, entre otras las siguientes:
La necesidad de que sectores estratégicos como la electricidad y las telecomunicaciones estén bajo control estatal para garantizar la seguridad y la soberanía del país.
Los cuñados conspiranoicos no descansan durante los apagones. Casi al mismo momento de irse la luz, comenzaban los bulos, conspiranoias y timos. Los cuñados que salen en la tele, lo mismo.
Antonio Turiel es nuestro Nostradamus. Al igual que ya sucedió anteriormente en muchos casos, Turiel avisó de que esto iba a suceder. Y para él las razones tras esta situación son evidentes: la codicia de las empresas
energéticas privadas y la complicidad política con ellas.
España tiene una obsesión con el papel higiénico y con hacer rico a Juan Roig.
Ayuso vive en otro planeta. En pleno apagón, compareció ante los medios vestida de militar cuqui, con un toro detrás, pidiendo que el ejército tome el control de las calles. Y esto nos lleva a la última y más importante lección:
Cuando pasa algo realmente grave, el apoyo mútuo es imprescindible. Lo hemos visto ya muchas veces y lo hemos vuelto a ver durante el apagón: ante situaciones críticas, la mayoría de la población se pone en modo solidaridad y saca lo mejor de sí misma. Y eso es lo que tenemos que fomentar. No caigas en la trampa del miedo. No necesitamos más dinero para armas, sino para un sistema
eléctrico resiliente. No necesitamos un kit de superviviencia patrocinado por la UE, necesitamos crear huertos comunitarios que aseguren nuestra soberanía alimentaria. No necesitamos comprar balas a Israel, necesitamos más redes de apoyo locales. Porque si las cosas se tuercen, no vas a comer ni beber pólvora.
Fuente: Spanish Revolution
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