La extrema derecha se presenta como el escudo contra la corrupción, pero la realidad los desenmascara. Marine Le Pen condenada por malversación, Trump imputado por múltiples delitos, Bolsonaro inhabilitado e investigado por intento golpista, Alvise bajo lupa por financiación ilegal, Abascal salpicado por dinero húngaro, Meloni investigada por colaborar con criminales de guerra y Orbán al frente del país más corrupto de la UE.
Los autoproclamados defensores del orden están destrozando la democracia desde dentro, acumulando causas judiciales mientras señalan a los demás como culpables. Son los mismos que criminalizan a pobres, migrantes y feministas mientras llenan sus bolsillos y tuercen las leyes a su antojo.
Lo llaman patriotismo, pero huele a podredumbre.
Fuente: Spanish Revolution
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