Familiares de los 200 usuarios del centro foral, e incluso los propios cocineros, tramitan quejas por las carencias en el servicio
La comida está en el punto de mira en la residencia de Ariznabarra. Según los familiares de los internos, se come mal. Y poco. Tanto es así que algunos denunciaron ayer en las Juntas Generales, donde se debatió el asunto, que «mis padres están perdiendo peso» por la escasa calidad de los alimentos ingieren en este servicio foral, que lleva a los ancianos a rechazar la alimentación. Y los propios trabajadores de la cocina, que reclaman mejoras laborales mediante movilizaciones, lo admiten. La calidad «ha empeorado drásticamente» en los últimos tiempos, señalaron, de lo que hacen responsable a la subcontrata que presta el servicio desde julio, la firma Medirest-Eurest Euskadi. Seis empleados dan de comer a 140 mayores residentes y 60 usuarios del centro de día.
«Si llevamos a nuestros familiares a la residencia es porque son enfermos crónicos y confiamos en que les traten bien, pero mis padres no han dejado de adelgazar porque no quieren comer», lamentaba ayer Maite Eguía, una de los nueve familiares de usuarios que ya ha interpuesto denuncia ante la Diputación. «Hice llegar nuestras quejas a la directora de la residencia, pero siguen sin tomarse acciones para solucionar el problema», explicó María Luisa Sánchez, hija de otra de las usuarias.
La residencia inaugurada en 1999 funciona bajo la gestión de Domus Vi, empresa que a su vez subcontrató al personal de las cocinas mediante Medirest-Eurest Euskadi en julio de 2017. Los empleados han convocado un día de paro cada dos semanas hasta el 18 de diciembre. «Desde el año pasado servimos productos congelados, asumimos una carga de trabajo que ya ha hecho desfilar a 27 cocineros en tres meses. Es un desastre, nos hemos visto obligados a servir fritos y croquetas a diabéticos», afirmó Guillermo Laorden, delegado de personal y cocinero en Ariznabarra, durante su comparecencia en Juntas Generales.
Mientras seis trabajadores alimentan a 200 personas cada día en Ariznabarra, centros como la residencia Txagorritxu cuentan con un cocinero y nueve ayudantes para atender a 250. «Pedimos proporcionalidad, ambos son centros públicos y no entendemos por qué nuestros familiares deben comer peor». Bienestar Social destina 7 millones de euros al año a la gestión de la residencia de Ariznabarra. La titular, Marian Olabarrieta, se escudó en que la Diputación es ajena a los conflictos laborales entre las subcontratas y sus trabajadores.
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