Una imagen de la multitudinaria manifestación contra la central nuclear, ayer en la céntrica plaza de la Virgen Blanca. (J.R.G.)
Los dedos de las manos se quedan cortos para contar las veces que Álava se ha manifestado contra la central nuclear de Garoña, pero al PP parecen bastarle dos orejas para hacer oídos sordos al clamor general. Ayer, tres días después de que los populares votaran en contra del cierre en el Congreso de los Diputados, miles de personas volvieron a echarse a la calle. Su reivindicación: reclamar al Gobierno de Rajoy que no ceda a los intereses de las eléctricas y niegue la licencia de reapertura de la planta atómica más antigua de España. La protesta llenó la plaza de la Virgen Blanca antes de ocultarse el sol, encabezada por el lema No Reapertura Garoña Itxi Betiko, con ciudadanos llegados de Vitoria y de todo el territorio, jóvenes y mayores, representantes de asociaciones vecinales, portavoces de movimientos sociales y dirigentes de la ciudad y de los pueblos. Políticos de todos los colores, excepto de uno. Ni siquiera Javier Maroto, único mandatario del PP que públicamente ha respaldado la clausura de la central, acudió a la cita. Tampoco se le esperaba. Siempre ha rechazado la oportunidad de dar ese paso más.
La modificación que el Consejo de Ministros introdujo en el Reglamento de Instalaciones Nucleares y Radiactivas en febrero es una puerta abierta a que la planta de Garoña, en cese de actividad desde diciembre de 2012, continúe con su producción. Ahora, el reglamento establece la posibilidad de que tras la declaración del cese de actividad de una instalación nuclear, su titular pueda solicitar la renovación de la autorización de explotación, "salvo que existan razones de seguridad que lo impidan y siempre que no haya transcurrido más de un año desde la declaración del cese". Dado que los motivos presentados por Nuclenor -participada por Iberdrola y Endesa- para cesar la actividad fueron económicos, la planta ubicada a escasos 50 kilómetros de Vitoria puede solicitar la renovación de su licencia y su posible puesta en marcha antes del próximo 6 de julio.
Si lo hace, será por unos cuantos años más. Recientemente, la Sociedad Nuclear Española (SNE) vaticinó que, en caso de que Nuclenor pide la reapertura, como se espera, será por un plazo superior a 2019 "para amortizar las inversiones y gastos que suponga la continuidad operativa". Un horizonte que hace poner el grito en el cielo a sus detractores. Araba sin Garoña, la plataforma organizadora de la protesta, advirtió ayer de que Nuclenor no ha cumplido las medidas de seguridad que se le encomendaron cuando le fue concedida la prórroga hasta 2013 y tampoco ha implementado las pruebas de esfuerzo dictadas por la UE a raíz de la catástrofe de Fukushima, su central gemela. Además, desde el colectivo insistieron en que es evidente que, a pesar de estar amortizada, la planta no es rentable sin ayudas económicas de las instituciones públicas y, por tanto, de todos los ciudadanos. Por ello, animaron a los opositores a reunir fuerzas a través de la campaña de firmas iniciada ayer. Cada organización de las 250 que forman el colectivo utilizará sus locales para recoger adhesiones.
¿Nucleares? No, Gracias
Fuente: noticias de alava/robgonzalezpered
Fotos: Ale Xias y Jaio
Fotos: Ale Xias y Jaio
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