El pasado mes de diciembre, la última convocatoria para gritar contra la reapertura de Garoña quedó en un coitus interruptuscuando, a instancias del PP, la Junta Electoral prohibió la manifestación llamada a celebrarse en plena jornada de reflexión previa a las pasadas elecciones generales. Seis meses después, con la repetición de los comicios a la vuelta de la esquina, la amenaza de la sombra nuclear se cierne sobre Álava, si cabe, con mayor intensidad.
Por eso, y para que, como apuntaron desde el colectivo Araba Sin Garoña, los políticos, instituciones y organismos que tienen en su mano reabrir la planta “sientan en su nuca el aliento” de todos los alaveses, la manifestación de ayer fue de nuevo un clamor en contra de la reactivación de la planta burgalesa, ubicada a cuarenta kilómetros de Vitoria. Según datos de la Policía Local, unas 2.000 personas secundaron la marcha antinuclear, que cerró la protesta en la plaza de la Virgen Blanca bajo el lema “no reapertura, Garoña itxi betiko”.
De cualquier forma, para Araba Sin Garoña, “el verdadero informe del Consejo de Seguridad Nuclear” fue el que las calles de Vitoria desplegaron en la tarde de ayer, con los alaveses mostrando su rechazo absoluto no sólo a Garoña, sino a perpetuar el modelo de energía nuclear en detrimento de una apuesta clara por los modelos energéticos limpios y verdes.