La actual crisis en Ucrania, provocada, entre otras cosas, por la injerencia occidental y en especial de Estados Unidos en ese país, destapa una vez más el tema de los mercenarios y su papel en la creación de tensiones para conseguir objetivos geopolíticos y de dominación en el mundo. Recientemente la organización académica canadiense Global Research reiteró denuncias conocidas, de que la mayoría de los mercenarios en Ucrania provenían de Estados Unidos y que su objetivo era atacar a los opositores.
Un artículo que aparece en el sitio web de esa organización se hizo eco de una denuncia del periódico alemán Bild am Sonntag, el cual aseguró que unos 400 mercenarios estadounidenses trabajan con el gobierno de facto en Ucrania para suprimir la oposición al golpe de estado en la parte oriental del país
Los mercenarios tienen una participación activa en el esfuerzo para eliminar los grupos anti-golpe en Slavyansk y posiblemente otras áreas de la región de Donetsk, agregó. Aunque no abordó si mercenarios de la organización estadounidense Blackwater participaron en enfrentamientos contra los votantes en el este de Ucrania, el artículo indicó que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el Buró Federal de Investigación (FBI) están involucrados en el esfuerzo para sofocar la resistencia a la junta.
Asimismo señaló que la CIA mantiene vínculos con grupos ucranianos nacionalistas y fascistas desde finales de 1940, por lo cual no es de extrañar que se recurra a mercenarios para lograr objetivos que bajo las leyes internacionales son difíciles de alcanzar.
En marzo, añadió el grupo canadiense, fue informada la presencia de mercenarios en Greystone Donetsk, con amplia experiencia en operaciones de combate en Irak, Afganistán y otras naciones, la mayoría provenientes de Estados Unidos.
Destaca Global Research que esas acciones están dirigidas por la empresa Greystone Limited, registrada en Barbados y que probablemente sirve de fachada a la corporación Academi, que oculta al ejército privado Blackwater, conocido por sus violaciones de los derechos humanos en diferentes regiones, según una denuncia de la cancillería rusa.
La junta directiva de Academi incluye al ex fiscal general estadounidense John Ashcroft y otros altos exfuncionarios.
El diario estadounidense The New York Times abordó el 12 de mayo, en un amplio artículo, un caso que pone al descubierto las actividades de Blackwater y la impunidad que logran estos mercaderes de la muerte en Estados Unidos.
Aún hoy se busca a los culpables de acciones violatorias de los derechos humanos en Irak, donde destacamentos de mercenarios en un tiroteo en 2007 mataron a 17 personas, precisa el Times.
En octubre de 2007 un equipo del FBI, al llegar a esa nación árabe para investigar el tiroteo, se encontró que una empresa privada proporcionaba seguridad a los estadounidenses en una zona de guerra.
Era octubre de 2007, Blackwater Worldwide no quiso decir nada a los agentes. Pero lo que encontraron los sorprendió, señala el Times.
Los testigos dijeron que un convoy de contratistas de Blackwater disparó salvajemente en una rotonda llena de gente en Bagdad el mes anterior, matando a 17 personas. Una mujer iraquí vio morir a su madre mientras subían al autobús. Otra murió acunando la cabeza de su hijo herido de muerte, indica la publicación neoyorquina.
“Esta es la masacre de My Lai de Irak”, recuerda John Patarini, líder del equipo investigador, al hacer una comparación con el criminal acontecimiento ocurrido en una aldea vietnamita durante la agresión estadounidense a esa nación indochina.
Según el Times ese tiroteo en la plaza Nisour, junto con la masacre por los marines de 24 civiles iraquíes en Haditha y los abusos en la prisión de Abu Ghraib, se convirtieron en un hito en la guerra de Irak.
Cinco guardias de seguridad de Blackwater fueron acusados de homicidio y posesión de armas, y un sexto entró en un acuerdo con la fiscalía para declarar contra sus antiguos compañeros.
Sin embrago, la justicia estadounidense una vez más fue burlada y un caso que antes parecía claro se ha visto socavado en varias ocasiones por los propios errores del gobierno.
Los cargos contra uno de los contratistas fueron desechados el año pasado debido a la falta de pruebas.
En abril un tribunal federal de apelaciones dictaminó que la fiscalía había perdido una fecha límite y permitió que la ley de prescripción expirara contra un segundo contratista, Nicholas A. Slatten, un exfrancotirador del ejército residente en Tennessee que los investigadores creen disparó los primeros tiros en la plaza Nisour.
En momentos en que están presentes en el escenario ucraniano, las autoridades estadounidenses se aprestan a dar una nueva dinámica al proceso contra Blackwater al renovar el enfoque de un episodio que inflamó el sentimiento antiestadounidense en el extranjero.
Los hechos de Irak, y tal vez ahora su participación en Ucrania, cimentaron la imagen de Blackwater, cuyos guardias de seguridad estuvieron involucrados en decenas de disparos, como una empresa de gatillo fácil que operó con impunidad debido a sus lucrativos contratos con el gobierno americano, señala el Times.
Ahora conocido como Academi, la empresa fue vendida por su fundador, Erik Prince, a un grupo de inversores privados, tres años después de los asesinatos de la plaza Nisour.
En este caso, los testigos dijeron que fue una acción horrible, mientras los guardias de Blackwater alegaron que el tiroteo comenzó con una emboscada de los insurgentes, algo que militares estadounidenses negaron había ocurrido.
Los acontecimientos en Ucrania y la represión desatada contra pacíficos pobladores por grupos paramilitares, donde no dejan de estar presentes los mercenarios, abren interrogantes sobre hasta dónde la justicia estadounidense puede llegar.
La mesa está servida para que la Casa Blanca impulse alguna acción contra estos grupos que sin aparente explicación se convirtieron en una empresa que es un brazo del esfuerzo de guerra de Washington en Ucrania.
Fuente: Contrainjerencia
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