La escasez de empleos es un problema que demanda soluciones inmediatas, pues los índices de paro y trabajo vulnerable muestran lo lejos que está el fin de la crisis.
Recientes publicaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) muestran que 2014 cerró con 201,3 millones de personas desocupadas, lo que representa 1,2 millones más que el año anterior y 31 millones más que en 2007.
La misma institución prevé que en los próximos 12 meses tres millones de personas se sumen a las filas de los desocupados y aumenten hasta ocho millones en el venidero cuatrienio. Desde el comienzo de la crisis en 2008 han desaparecido 61 millones de puestos de trabajo, y tendrán que cambiar mucho las cosas para impedir que esta cifra ascienda a 80 millones en 2019, que es el veredicto de la OIT.
En este contexto, si todos los desempleados juntos formaran un estado, serían el quinto país más poblado del orbe, alertó en octubre pasado la directora general del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde.
Para corregir esta situación será preciso crear 277 millones de empleos en un plazo de cuatro años, precisa la OIT.
Los cálculos del Banco Mundial, por su parte, indican que para que la creciente población del planeta acceda al mercado laboral, deben abrirse globalmente 600 millones de puestos antes de 2030.
Dentro de ese preocupante panorama, el desempleo en el sector juvenil es una de las tendencias que se ha mantenido e incrementado los últimos cinco años.
Ese problema es común a todas las regiones, a pesar de afectar con más crudeza a países con economías deprimidas, pasando por alto el nivel de educación, lo que fomenta el malestar social.
En 2014, cerca de 74 millones de personas de entre 15 y 24 años buscaron trabajo, tasa que, según Naciones Unidas, casi triplicaba a la de los adultos y representó aproximadamente el 40 por ciento del total de parados.
La misma entidad corroboró que globalmente el 60 por ciento de ese grupo esta desvinculado de los estudios y del trabajo.
El panorama se ve aún más agravado por la cantidad de menores de 25 años que se encuentran en puestos de baja calidad y mal remunerados, con contratos discontinuos e inseguros.
La OIT prevé que la incidencia del empleo vulnerable se mantenga constante en términos generales en torno al 45 por ciento del empleo total durante los próximos dos años.
El número de trabajadores con oficios precarios en el orbe aumentó en 27 millones desde 2012, y actualmente se monta en mil 440 millones, indica la misma fuente.
África subsahariana y Asia meridional registran más de la mitad del empleo inseguro en el mundo, donde tres de cada cuatro trabajadores es afectado por esa condición.
En medio de la complicada situación económica global, la comunidad internacional tiene el desafío de disminuir los niveles de paro y subempleo hasta los valores previos a la crisis económica de hace cinco años.
A la hora de plantear soluciones, la OIT aboga por impulsar la demanda agregada y la inversión corporativa mediante políticas laborales, de ingresos, empresariales y sociales.
La misma entidad afirma que es necesario afrontar con convicción las deficiencias de la zona del euro, y las crecientes desigualdades deben abordarse con políticas del mercado de trabajo y fiscales bien diseñadas.
A pesar de que no existe una solución “única” a estos problemas, sí impera el consenso por establecer en cada país reformas laborales inclusivas que promuevan la participación, la superación personal y la seguridad de los trabajos.
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