“La Tercera Guerra Mundial se fomentará aprovechando las diferencias causadas por los agentes de los Illiminati entre los Sionistas políticos y los líderes del Mundo Islámico. La guerra debe conducirse de un modo que el Islam (el mundo Arábico Musulmán) y el Sionismo político (el estado de Israel) se destruyan mutuamente. Mientras tanto, las otras naciones, una vez más divididas sobre este asunto se verán obligadas a luchar hasta el punto de la completa extenuación física, moral, espiritual y económica…Desataremos a los Nihilistas y a los ateístas, y provocaremos un cataclismo social formidable que en todo su horror mostrará claramente a las naciones el efecto del ateísmo absoluto, origen de la crueldad y de los disturbios más sangrientos. Entonces, en todas partes, los ciudadanos, obligados a defenderse contra la minoría mundial de revolucionarios, exterminarán a esos destructores de la civilización, y la multitud, desilusionada con la Cristiandad, cuyos espíritus teísticos estarán desde ese momento sin brújula ni dirección, ansiosos por un ideal, pero sin saber donde dirigir su adoración, recibirán la verdadera luz a través de la manifestación universal de la doctrina pura de Lucifer, sacada finalmente a la vista pública. Esta manifestación resultará a partir del movimiento reaccionario general que seguirá a la destrucción de la Cristiandad y el ateísmo, ambos conquistados y exterminados al mismo tiempo.”
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