Entre la quinta y la cuarta parte de las decenas de miles de refugiados que llegan a Serbia de zonas en conflicto en Oriente Medio y continúan viaje hacia el oeste de Europa son mujeres y niños, muchos de los cuales emigran sin sus padres, según diversas organizaciones que intentan ayudarles.
“Entre 15.280 niños que han pasado por este centro, 4.114 viajaban sin sus padres”, dijo a Efe por teléfono el director del Centro de protección de Asilantes de Belgrado, Rados Djurovic.
Djurovic aseguró que todos están en malas condiciones higiénicas y muy agotados. Además, muchos padecen de lesiones adquiridas en el largo camino.
“Hay cada vez más bebés debilitados, resfriados, con insolación, diarrea y otros problemas de salud, que podrían agravarse mucho con la llegada de las lluvias y el frío”, advirtió el experto.
Respecto a los menores que viajan sin padres, se trata en su mayoría de adolescentes de alrededor de 15 años de edad.
“En algunos casos, los niños van solos porque en el camino han perdido a sus padres. Luego también hay grupos enteros de adolescentes que partieron de sus aldeas para hallar trabajo en Occidente y enviar dinero a casa”, explicó Djurovic.
Apuntó también a la existencia de redes de trata de personas que, una vez llegados los menores a Alemania u otro país occidental, los obligan a mendigar, robar, o los explotan de otras formas.
“Se trata de un grupo muy vulnerable, meta fácil de traficantes de personas. Los niños que hemos tratado no nos han confesado ser víctimas de traficantes, pero tenemos indicios de que en algunos casos es así”, explicó.
Dragan Rolovic, director del Instituto de la Juventud de Belgrado que mantiene un Centro de alojamiento de extranjeros menores de edad sin acompañamiento de padres, ha tenido recientemente la suerte de poder reunir a tres hermanos afganos con su padre.
“Después de un agotador viaje de seis meses desde Afganistán, esos tres hermanos, de 8, 10 y 12 años, perdieron a sus padres en la frontera macedonio-serbia al irrumpir la policía en la frontera que estaban cruzando. Los refugiados huyeron y se dispersaron y los niños se perdieron”, contó a Efe Rolovic.
La policía halló a los niños, desesperados y asustados, y los llevó al citado instituto, que después de una intensa búsqueda de diez días logró hallar al padre de los niños y reunificar la familia.
Los adolescentes que viajan en grupo, sin padres, suelen tener a alguien que los espera en el país de destino y están bien informados de la ruta que deben usar, explicó.
Pese a ello, Rolovic dijo que también son susceptibles de caer en las redes de trata de personas.
Un total de 106.172 refugiados, mayormente de Siria, Afganistán e Irak, han sido registrados al entrar en Serbia en lo que va de año (hasta el 2 de septiembre), según la oficina del Alto Comisariado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Serbia.
“Estimamos que casi un mismo número de inmigrantes han entrado también, pero sin ser registrado”, dijo a Efe la portavoz de la citada oficina, Mirjana Milenkovic.
La afluencia de refugiados ha ido aumentando de forma casi exponencial desde mayo, cuando se registraban 200 inmigrantes al día, hasta los últimos días, cuando ha llegado a superar 3.000 diarios, según los datos de ACNUR.
Aunque en Serbia existen varios centros de acogida, son pocos los refugiados que permanecen más de tres a cinco días en ellos, pues todos quieren seguir camino a Hungría, y de allí al oeste de Europa.
Pero tanto Djurovic como Rolovic consideran que las crecientes trabas que pone Budapest a las personas que quieren entrar en territorio húngaro, incluidas dos vallas en la frontera, una de metro y medio de altura ya construida, y otra de cuatro metros que se está elevando, podría llevar a que muchos refugiados permanezcan en Serbia por más tiempo del que desean.
Agencias
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“Mis hijos se me resbalaron de las manos”, cuenta el padre del niño sirio ahogado
La guerra, el exilio y, al final del camino, la muerte. Abdullah Kurdi, padre del niño de 3 añoscuya muerte ha conmocionado en el mundo describió el final trágico de su periplo para escapar a la guerra civil en Siria, a unos centenares de metros de la costa turca.
El cuerpo del pequeño Aylan Kurdi (o Shenu según su familia siria) fue descubierto la mañana del miércoles en una playa del elegante balneario de Bodrum (suroeste de Turquía). Con el rostro contra la arena, como si durmiera apacible.
No lejos de él, su hermano Ghaled, de 5 años, y su madre Rihanna, de 27 años, muertos ahogados con otros nueve refugiados sirios que intentaban llegar a la isla griega de Kos, puerta de entrada a la Unión Europea (UE), como miles más antes que ellos. Sus dos pequeñas embarcaciones se hundieron durante la noche.
“Llevábamos chalecos salvavidas pero el barco se volcó súbitamente porque hubo gente que se puso de pie. Yo sostenía de la mano a mi mujer. Pero mis hijos se me resbalaron de las manos”, contó el jueves el padre, Abdalá Shenu, a la agencia de prensa Dogan.
“Estaba a oscuras y todos gritaban, por eso mi mujer y mis hijos no pudieron oír mi voz. Intenté nadar hasta la costa gracias a las luces pero no pude encontrar a mi mujer y mis hijos una vez en tierra”, explicó Shenu, “fui al hospital y allí me dieron la mala noticia”.
Reproducidas por las redes sociales y luego por buena parte de la prensa occidental, las fotos del cuerpo sin vida de Aylan han dado la vuelta al mundo y personalizado el drama de cientos de miles de sirios que intentan por todos los medios salir de su país en guerra desde hace más de cuatro años.
Como contaba a la AFP un periodista sirio, Mustefa Ebdi, la familia Shenu llevaba tres años errando en busca de un remando de paz. “Salieron de Damasco en 2012 hacia Alepo (norte) y cuando empezaron los combates partieron a Kobane”.
Pero la ciudad turca fue atacada por los yihadistas de Estado Islámico (EI) en otoño de 2014. Abdalá, su esposa y sus dos hijos huyeron a Turquía.
ABANDONAR SIRIA
Una vez la ciudad controlada de nuevo por las milicias kurdas en enero, volvieron a pasar la frontera. Pero una nueva ofensiva yihadista contra Kobane en junio los convenció definitivamente de abandonar Siria.
La familia sopesó la posibilidad de viajar legalmente a Canadá con ayuda de una hermana de Abdalá instalada en Vancouver (oeste), contó la tía del pequeño Aylan, Teema Kurdi, al diario canadiense Ottawa Citizen.
Los servicios de inmigración de Canadá recalcaron por su parte que no tenían “ningún rastro” de solicitud a nombre de Abdalá y su familia. Indicaron en cambio que habían devuelto una solicitud a nombre de su hermano Mohammed Kurdi “porque estaba incompleta y no respetaba las exigencias reglamentarias en materia de prueba de reconocimiento del estatuto de refugiado”.
“Yo no había rellenado todavía los papeles de Abdalá”, precisó Teema Kurdi a la televisión canadiense.
En lugar de viajar a Canadá, los Kurdi se arriesgaron a dirigirse clandestinamente a Europa, como miles de sirios. “Pidieron dinero prestado a un familiar y se marcharon en busca de una vida mejor”, según Ebdi.
En dirección a Bodrum, a unas millas náuticas de Grecia.
Tal como confió el padre el jueves, sus primeros intentos fracasaron. “La primera vez, los guardacostas nos detuvieron. Fuimos liberados más tarde”. La segunda vez, “los traficantes nos dieron plantón y no vinieron a buscarnos con el barco”, explicó Abdalá.
Después del naufragio que diezmó la familia Kurdi, la policía turca detuvo el jueves a cuatro presuntos traficantes, todos de nacionalidad siria.
Desesperado, Abdalá decidió forzar la mano al destino de su familia intentado llegar a Kos por sus propios medios, con un puñado de candidatos más. “Pudimos recuperar un barco e intentamos cruzar solos”.
El padre de familia contó que ahora quiere regresar a Siria para enterrar allí a su familia.
Según las autoridades locales turcas, Abdalá debía abandonar Bodrum la noche del jueves y dirigirse a Estambul con los cuerpos de Aylan, Ghaled y Rihanna. El viernes, viajar a Suruç, en la frontera turco-siria, y de allí a Kobane. Fin del viaje.
Agencias
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