Hagamos un pequeño ejercicio de imaginación.
Si tienes edad suficiente, podrás realizarlo sin ningún problema, pues solo tendrás que recordar un poco.
Volvamos 35 años atrás, a principios de los 80.
A aquellos tiempos en los que la mayoría de teléfonos aún tenían dial de rueda.
En los que la buena música se escuchaba en discos de vinilo que debías cuidar como oro en paño para que no se rayaran o en cassettes que podías rebobinar con un
bolígrafo.
Eran tiempos en los que para verle la cara a un amigo debías ir a su casa y en los que las ventanillas de los coches se bajaban con una manivela.
Tiempos en los que las películas de estreno se tenían que ir a ver al cine por obligación y en los que solo había dos cadenas de TV, que en muchas casas aún se veían
en blanco y negro.
Tiempos en los que el videojuego más avanzado consistía en 2 palitos blancos verticales y un punto que se desplazaba de un lado al otro de la pantalla.
Tiempos en los que tener un reloj digital con calculadora te hacía sentir como si fueras un astronauta que llevaba un artefacto atómico en la muñeca.
Una época en la que la palabra “computadora” remitía a artefactos rudimentarios como el Spectrum o el Commodore 64, en los que escribir un simple texto se convertía
en una interminable aventura.
Si has llegado a vivirlo seguro que no lo has podido olvidar.
Bien, pues visualiza que vuelves a estar ahí.
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