España se encuentra ante una encrucijada, la situación posiblemente más complicada desde la llegada de la democracia. Ésta ha trascendido más allá de lo puramente económico, afectando de manera muy diferente a las múltiples capas de la sociedad y llegando a mostrar signos que bien hacen pensar en un replanteamiento profundo a nivel nacional, no sólo de los aspectos políticos y económicos que han llevado a la situación actual, sino también del tipo de sociedad que España debería perseguir a futuro si quiere evitar crisis sociales como la que estamos viviendo desde hace ya seis años.
De este modo, y ofreciendo únicamente unas pinceladas, me centraré en dar una panorámica acerca de cuál es el contexto económico que tenemos en los próximos años, prestando una mayor atención a la realidad más preocupante de la sociedad española: el desempleo.
A diferencia de lo que cabría esperar en contribuciones como ésta, donde la argumentación es de índole retórica, he optado por tomar un enfoque mayoritariamente cuantitativo basado en datos, esperando no con ello aburrir al lector, pues éste ha de entender la importancia de acudir al rigor formal a la hora de zambullirse en temas tan complejos como son el estudio de una realidad económica-social. Para ello, y con la intención de dar fuentes contrastables, recurriré a las predicciones obtenidas por mi institución de trabajo, el Centro de Predicción Económica (CEPREDE) de la Universidad Autónoma de Madrid.
Gracias a esta información, encontramos una señal positiva acerca de cómo evolucionará el país en los próximos años. Así, aunque para finales de este año 2013 posiblemente volvamos a encontrar titulares en los medios de comunicación acerca de la recaída de la economía española, éstos no serán más que la confirmación de sospechas anteriores según las cuales el ajuste se está terminando de realizar, pues ya podremos observar mejoras en el Producto Interior Bruto (PIB) a lo largo del 2014 llegando a crecimientos del 0,9%, que se irán mejorando paulatinamente en años posteriores.
Sin embargo, tardaremos un poco en observar mejoras en el empleo, pues la economía española padece de un problema estructural según el cual, para crear empleos netos, es decir, que exista un mayor número de contrataciones que despidos, el país necesita crecer mucho más. Por ello, es previsible que, para 2014, lleguemos a alcanzar el mayor pico de paro en la economía, para empezar a decrecer a partir de esa fecha siendo esto el resultado del ajuste de 2013 que he citado anteriormente. De todas formas, siempre hay luz al final del túnel, pues ya para 2015 cabe esperar que el número de trabajadores que se contrate sea muy superior al de los despidos.
Mientras tanto, toda esta situación de desempleo plantea un problema de primer orden pues, ante un aumento del desempleo donde el número de parados de larga de duración habrá crecido y las prestaciones por desempleo se habrán reducido o incluso terminado, no cabe esperar más que un aumento de la pobreza en España, que se verá acuciado si nos fijamos en las regiones españolas.
De este modo, y de acuerdo con la información del Instituto Nacional de Estadística, entre los años 2006 y 2012 la pobreza ha aumentado progresivamente hasta alcanzar el 22% de la población española. De hecho, si esta tasa la desagregásemos por grupos de edad, encontramos que en el grupo de los menores de 16 años llega a superar el 26%.
Este contexto nuevamente nos hace pensar en cómo se van a agravar las situaciones de privación de los bienes más necesarios para determinados grupos sociales, lo que puede acarrear problemas tanto de cohesión social como de bienestar en una sociedad como la española que, si quisiese, dispondría de los medios y los recursos necesarios para evitar este tipo de situaciones.
Cuando hablo acerca de la situación de España, me gusta incidir en la idea de que España se encuentra en una posición similar a la que se encontraban los países de América Latina cuando estalló la Crisis de la Deuda de la década de los ochenta, la cual revirtió en la Década Pérdida de la región. Sin embargo, esto no es cierto para España, pues la situación de partida no es, ni de lejos, la misma. El boom ha creado muchos desequilibrios que ahora se están corrigiendo, pero también ha creado una sociedad más cohesionada, formada y modernizada, poseedora del capital humano (conocimientos) y capital físico (infraestructuras) que permiten por sí mismos atraer inversiones, crear nuevos proyectos y volver a relanzar a la sociedad española hacia el camino y posición que se merece a nivel internacional.
Pero para ello necesitamos que los grupos políticos, sociales e institucionales no se limiten a echarse la culpa los unos a los otros persiguiendo proyectos de interés propios, sino que necesitamos acuerdos de Estado más allá de las ideologías particulares, que sienten las bases para conseguir un modelo de Estado y de crecimiento que derive en una sociedad moderna, cohesionada y con vistas al futuro.
————————–
Jorge Díaz Lanchas es investigador pre-doctoral en la Universidad Autónoma de Madrid, dnde realiza su tesis doctoral en economía internacional. Así mismo, es profesor asistente en la misma universidad, donde imparte cursos en los Grados de Economía y Ciencias Políticas, e investigador colaborador en el Instituto Lawrence R. Klein/CEPREDE, donde colabora en el proyecto C-intereg. Por último, destacan sus cursos de posgrados en centros de reconocido prestigio internacional, así como sus estancias de investigación en el extranjero y su Premio Nacional de Investigación en el XI Certamen Arquímedes del Ministerio de Educación.
Fuente: la marea
No hay comentarios:
Publicar un comentario