Y ahora a por Argentina y México, ya claudicados y en manos de conglomerados fundamentalmente Rusos (Rothschild: Rosnef, Nornikel y aún Gazprom: Morgan, y por cierto el Banco de China)… y de paso Rockefeller.
Monsanto (antigua IG Farben, ¿nos suena?, 1920-30 y actor propulsor de exterminios inducidos y de guerras mundiales y locales), Syngenta, DuPont –Pioneer, Dow, Bayer y Basf, entre otros, y vigentes. Al menos en lo que afecta a este informe sobre Argentina y México.
El hambre, la explotación de la energía, su distribución, su transmisión mediante medios, minerales o papeles de colores, inducción mental hacia la población, creación y exterminio, según convenga, de ismos, istas, políticos, dictadores y ciencias empíricas al uso, doctrinas de shock y guerras para adocenarnos…
Y todo para hacernos olvidar que una vez vivimos como en Göbleki Tepe, libres y adaptados a nuestro mundo, hasta que surgieron ellos y nos impusieron el mundo Ario “ordenado”, y comimos de la manzana, la de los Dioses salvajes y sus templos, la de la agricultura ordenada, la de las armas, del enbellecimiento de la mujer.
Y todo para darles el poder de crear nuestra realidad a costa de nuestro don genuino que nunca debió de ser extirpado: El don de la hubicuidad, del ser humano, de la ensoñación que, ahora, buscamos a través de bebidas edulcoradas y sucedáneos.
Dices:
“¡Fuera de tí el ser humano! pues me es imposible el controlarlo. ¡Fuera de tí las religiones! (de religio) pues descubro que aún te hacen más humano. ¡Fuera de tí la no creencia! pues ésta aún te hace más fuerte. Sal de tí, vé lo que hay en mí una vez estés destruido y llegarás, por ello, a adorarme suplicando que te saque del infierno.”
No es Acracia lo que te pido, ni siquiera te lo exijo ni te lo imploro.
Simplemente te lo proclamo porque mi naturaleza me pertenece, y hacia ella no puedes hacer nada, te llames como te llames, seas quien seas, pues yo, uno, soy humano, único heredero de este mundo y de otros. Tal es mi fortaleza y naturaleza. Y contra ella no puedes hacer nada, aunque me extermines incluso. Ello perdurará pues así fue creado el mundo ¡Oh Dios impuesto y sin tí! y nada puedes hacer dentro de tu podredumbre demente. Pues eres solo eso, como nosotros, pero demente. Uno como nosotros. Si deseas incluirte en nosotros bienvenido serás. Si no, no me cabe duda de que nos barrerás. Pero no podrás con nosotros. Somos inmortales, hasta mis hijos lo son, y por ello no podrás.
Basta de amenazas, de miedos, de imposiciones. El mundo despierta y no podrás, maldito, dentro de tu inmundicia, hacernos pasar por el aro, porque te conozco y sé quien eres. Guárdate de mí y de los siete mil millones porque serás aplastado por el propio peso de tus actos.
Es así de simple y llano.
Y es que Botero y yo nos llevamos bien hasta que decida meterme en sus calderas, pero…¿qué importa ya?.
Un saludín.
Las semillas y el dominio del mundo por el hambre
18:26 24/05/2013
Columna semanal por Vicky Peláez
Controla el petróleo y controlarás naciones; controla los alimentos y controlarás pueblos (Henry Kissinger)
En cada ciclo histórico la potencia dominante de turno siempre trata de establecer el control casi absoluto de una región de interés geoeconómico buscando diferentes instrumentos para dirigir todos los aspectos de la sobrevivencia humana.
En esta era globalizada se trata ya no del dominio de una región seleccionada por la única superpotencia existente sino del planeta entero. El uso de la maquinaria bélica y de los recursos energéticos no ha sido suficiente para el control completo de la voluntad de los pueblos. Se necesita algo más y este “algo más” resulta ser la comida diaria en el planteamiento de uno de los más siniestros globalizadores, David Rockefeller.
Durante la guerra en Vietnam el otro político maquiavélico, Henry Kissinger incorporó la idea de Rockefeller en la agenda diplomática de Washington. La comida se convirtió en un arma frecuentemente más poderosa que las armas de destrucción masiva. También jugó un papel muy importante para llevar a cabo el golpe militar contra el gobierno legítimo de Salvador Allende en Chile en 1973.
Al comienzo de los años 1980 los globalizadores iluminados llegaron a la conclusión que el control de la alimentación habría que comenzarlo desde las semillas, reduciendo las variedades regionales y nacionales tradicionales para crear simultáneamente una o varias variantes de semillas para cada cultivo universal pero controladas por un reducido número de las transnacionales.
Así, se inició la época de los Organismos Genéticamente Modificados (GMO) basada en la manipulación genética, y crearon finalmente lo que el estudioso y escritor norteamericano, F. William Engdahl llamó en su libro “Seeds of Destruction: Hidden Agenda of Genetic Manipulation”, “semillas de la destrucción”. México, Brasil, Colombia y Argentina fueron seleccionados como países con grandes recursos para iniciar los primeros pasos en la implementación de la agenda del “dominio usando alimentos”. La llegada de Carlos Menem al poder en Argentina con su agenda neoliberal y su ambición de ser aceptado en el club de los ricos y poderosos del planeta llevó a David Rockefeller a la conclusión de iniciar los primeros experimentos con semillas genéticamente modificadas en Argentina.
Las corporaciones Monsanto, Cargill Inc., DuPont decidieron transformar la agricultura argentina haciendo énfasis en la soja, para esto inventaron el pretexto de que el sistema de monocultura agrícola y dijeron que aportaría grandes dividendos al país por la exportación de soja, lo que facilitaría el pago de la deuda externa de Argentina que estaba ya en el límite impagable. Así según William Engdahl, “desde 1991 antes que la Modificación Genética (GM) fuera aceptada en los Estados Unidos, Argentina se convirtió en un laboratorio secreto para el desarrollo de los cultivos genéticamente modificados y su población fue utilizada sin su conocimiento como “conejillos de Indias”.
Para facilitar los experimentos con semillas GM de maíz, trigo, algodón, girasol y soja, el gobierno de Menem entregó 569 grandes extensiones de tierra cultivable a las transnacionales. La Comisión Nacional Asesora sobre Biotecnología Agropecuaria (Conabia) que fue formada para el control sobre los experimentos se reunía secretamente y sus conclusiones jamás fueron divulgadas. Y no podía ser de otra forma porque sus miembros eran empleados de Monsanto, DuPont, Syngenta, Dow AgroSciences y otros gigantes del GMO. Como los resultados eran muy prometedores, las grandes corporaciones internacionales, como Seaboard Co., Cargill y Quantum Fund de George Soros dieron inicio a la compra apresurada de grandes extensiones de tierra cultivable en Argentina y posteriormente en el Brasil, Paraguay, Colombia, México, Guatemala y Uruguay.
En una década la agricultura, Argentina fue transformada radicalmente. Si en 1970 la soja se sembraba en 9,500 hectáreas ahora su superficie de siembra supera 18 millones de hectáreas produciendo más de 35 millones de toneladas de soja al año. Actualmente Argentina es el primer productor en el mundo de aceite y harina de soja y el tercero de granos. A la vez el país dejó de ser tanto en el mercado externo como interno proveedor de alimentos de naturaleza diversificada. Prácticamente el 100 por ciento de la soja producida en el país es GM RR resistente al herbicida glifosato y ocupa el 50 por ciento de la tierra cultivable.
El impacto del uso de 200 millones de litros de glisofato anualmente, de las fumigaciones, el desmonte, el desplazamiento de campesinos, la falta de alimentos, las nuevas enfermedades, las inundaciones y las sequías son el precio que paga el pueblo por la “sojización” de la agricultura. En su libro “Las semillas de la Destrucción”, William Engdahl lanza una advertencia al gobierno de Argentina: “a este paso la tierra cultivable en el país va a ser destruida en unos 50 años”. ¿Pero a quién le interesa en este mundo globalizado e individualizado lo que pasará en el futuro?
Mientras tanto las ganancias de las transnacionales GMO están creciendo desmesuradamente junto con el control sobre la producción de semillas en el mundo. Ya poseen tecnología “Terminator” que permite modificación genética de las plantas para producir semillas estériles usando un inductor químico llamado “Traitor” para “activar” o “desactivar” algunos rasgos genéticos del cultivo y para controlar la esterilidad de las semillas. En Guatemala, Brasil, Argentina y México el maíz GN RR contaminó el maíz original orgánico y lo mismo está sucediendo con el algodón, la alfalfa, el trigo, girasol y otros cultivos. Se estima que actualmente los cultivos GM ocupan el 25 por ciento de la tierra productiva en el mundo.
El poder de la Monsanto y otras transnacionales de GMO llegó hasta Washington convenciendo al departamento de Estado de ser promotor de la agenda global de la industria de biotecnología. De acuerdo a la ONG “Food & Water Watch”, el departamento de Estado ha hecho cabildeo en gobiernos extranjeros para adaptar políticas y leyes amigables hacia la biotecnología. Según cables de WikiLeaks, el gobierno norteamericano trató de influir sobre el tema de la biotecnología a 113 países del total de 193 miembros de las Naciones Unidas entre 2004 y 2009. Lo que trata de hacer Washington es incentivar el consumo de esos alimentos en todo el mundo con el argumento falso de combatir el hambre y crear condiciones para el desarrollo.
Otro de los países que se ha convertido en el paraíso para la industria transgénica es México. Allí la Monsanto, Syngenta, Dow AgroScience, Bayer y PHI México no solamente están implantando el uso de las semillas GM, sino las mismas transnacionales ya tomaron bajo su control la producción y comercialización de los alimentos, lo que significa la pérdida de la soberanía alimentaria en el país. Precisamente lo que en los años 1980 planificó el gobierno de Ronald Reagan elaborando el plan del dominio del mundo a través de los alimentos: “los países que son amigos recibirán los alimentos y se les denegará a los que se rebelan”.
En el mismo Estados Unidos ya entró en vigencia una clausula legal que permite a Monsanto, Syngenta, DuPont –Pioneer, Dow, Bayer y Basf estar por arriba del sistema judicial, ignorando las órdenes de jueces de suspensión de siembra de cultivos transgénicos inclusive por evidencias científicas que señalan daños a la salud de la población. Actualmente Estados Unidos es el primer productor de la soja en el mundo con 63 millones de toneladas métricas al año y el 90 por ciento de este cultivo es producido con las semillas GM RR. La misma tendencia se observa con el maíz y alfalfa haciendo peligrar las plantas orgánicas y las granjas familiares con la siembra de Monsanto GE alfalfa. Sin embargo, según la conclusión del departamento de Agricultura, a los consumidores no les interesa si los alimentos orgánicos o la leche que consumen tengan o no tengan componentes genéticos.
Así de simple funciona el sistema moderno globalizado del dominio del mundo a través del uso de las “semillas de destrucción”. Los “iluminados” tienen su agenda, científicos a su disposición y los medios de comunicación para convertir una mentira en la verdad con el propósito de confundir la opinión pública. Ni les interesa la reciente declaración del Foro Mundial sobre la Soberanía Alimentaria de la Organización de las Naciones Unidas sobre la Agricultura (FAO) que indicó que “la monopolización por unas cuantas empresas transnacionales de la tecnología de creación, de organismos genéticamente modificados (GMO) representa una grave amenaza a la soberanía alimentaria de los pueblos”.
El fin justifica los medios. Monsanto, DuPont Pioneer, Dow, Syngenta, Bayer, Basf son simplemente un brazo del poder global para minar la soberanía de los 193 países del mundo aprovechando la ignorancia e individualismo de sus pueblos y la docilidad de sus gobiernos que creen que son del uno por ciento y para el uno por ciento.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
FUENTE: RIA NOVOSTI
Fuente: la hora de despertar
No hay comentarios:
Publicar un comentario